2020, un año para el olvido

Escribe: Cristina Pablos

Generalmente, cuando llega diciembre nos parece que estamos en el domingo del año, este parece ser el domingo de un siglo. Y, como es costumbre, al final, amerita hacer un balance: de nuestra vida este año y de la vida del país. Sin olvidar que la balanza tiene dos platillos; hay que equilibrar el peso que pongamos en cada uno de ellos para que el balance sea equitativo.

En la vida personal de cada uno de nosotros, todos tuvimos miedo, angustia, dolor, bronca, incertidumbre. Estuvimos perplejos, enojados, lloramos más que reímos, aplaudimos, nos ayudamos. Despedimos a nuestros muertos en silencio, en soledad. Somos los sobrevivientes de un sismo que nos estalló en la cara, sin aviso. Llegamos al final, pero sólo sigue siendo el principio. Aprendimos el valor que tiene la vida; con ella no se juega.

A nivel país recordemos el discurso, en el Congreso que el presidente dirigía a todos los argentinos, al asumir: “en la Argentina de hoy, la palabra se ha devaluado. Parte de nuestra política se ha valido de ella para ocultar la verdad, tergiversarla… Nunca midieron el daño que con la mentira le causaban al sistema democrático… He repetido una y otra vez que, a mi juicio, en democracia, la mentira es la mayor perversión…Gobernar no es mentir ni ocultarle la verdad al pueblo…”.

Bueno, sr. presidente, se estaba describiendo a Ud. mismo y a su gestión.

Una gestión más que lamentable, en un país donde son dos los que toman las decisiones, o mejor, una -CFK-.  ¿Y el presidente? Obedece.

Lo que nos dejó este año

Este año 2020, gracias y en honor a la pandemia y/o cuarentena eterna, hubo 92 muertes injustas por represión policial u otros motivos similares. Ningún organismo de DDHH hizo el mismo circo que con Santiago Maldonado.

Se acrecentó exponencialmente la pobreza.

Nos peleamos con nuestros vecinos y otros porque creíamos que éramos los únicos que hacíamos las cosas bien y estamos liderando el ranking de los errores.

Nunca hubo un horizonte económico porque al presidente no “le gustan los planes”.

Fuimos el único país sin educación en todo el año para niños y jóvenes. (Y no estoy hablando de la virtual, que la siguió el menor porcentaje).

También tiene su balance negativo la oposición que acompañó al principio y, cuando más se la necesitaba, se borró. Se colgó de algunos banderazos de la ciudadanía y de ahí no pasó. Y están los que fueron votados por un partido y votan con el contario en el Congreso.

Para rematarla, el 21 de diciembre partió, rumbo a Rusia, un avión de Aerolíneas Argentinas (que salió más caro). Bueno y nada menos que a traer la ansiada vacuna Sputnik V contra el Covid, que está rodeada de más dudas que certezas.

Lo inexplicable fue el show que armaron, con todas las autoridades televisadas, como si fuera la epopeya de los Andes. Mientras, otros países, como Chile, en mayo habían comprado vacunas como para inmunizar tres veces su población, y no precisamente la rusa; los únicos que la adquirimos somos nosotros en todo el mundo, sin aprobación de ningún ente internacional y con una “aprobación de ANMAT para ser usada”.

Para culminar la épica, al regresar, en conferencia de prensa, el embajador ruso dijo, en su breve discurso, que había sido una negociación política, siempre por la Victoria y no tuvo mejor idea que levantar los dos deditos haciendo la V (por la vacuna ¡obvio!).

Bueno lector, no sé cómo le habrá ido con su balance personal. Respecto al país, saque sus propias conclusiones y trate de que la balanza esté equilibrada.

2020, un año para el olvido.

¡FELIZ 2021!     

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1 comentario en “2020, un año para el olvido”

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