Chacareros: por temor, cada vez más armados

Ocurre en nuestra zona. Muchos productores rurales se sienten desprotegidos. La rotura de silo bolsas, robo y matanza de animales, más el temor a los asaltos.

Escribe: Miguel Andreis

“Vivir en el campo hoy, es casi tan riesgoso como habitar una villa de emergencia”, nos indica Jorge. B. 42 años. Prefiere que se reserve su identidad.

“La situación se complica con lo político y, no me interesa el papel de héroe”. Su campo está camino a Arroyo Algodón. Hace soja y algo de tambo. La familia se compone de su esposa y dos hijos.

“Por supuesto que le temo a la inseguridad. Lo de las patrullas rurales pueden tener buena intención, pero eso por sí solo no alcanza”.

Explica que su señora “quiere que nos vayamos definitivamente a vivir a Villa María”.  Ha crecido la delincuencia, pero además “estás siempre alerta con lo que está ocurriendo últimamente en todo el país, con el rompimiento de los silos bolsas, pero siguen matándote vacas, corderos y te los carnean en el mismo campo. Eso es para comer. Claro que algunos los llevarán a las carnicerías”.

“Los silos se rompen con bastante facilidad, se salen los granos, con un poco de humedad que les agarre, no sirven más. Perdés todo. Es el fruto de un año de trabajo. Mucha plata”, se queja.

“Tenemos armas, el tema es saber usarlas”

Al preguntársele sobre cómo se resguardan, si es que pueden resguardarse, advierte: “Con algunos vecinos estamos en contacto. Pero ojo que hay mucho temor.  Entra el sol y nos llamamos telefónicamente. Atentos por si observamos algún movimiento extraño.  No pasa como en otros lugares de la provincia donde los chacareros están armados y actúan conjuntamente”.

“Santa Fe y sur de la provincia de Buenos Aires ya están organizados. No usan teléfono, tienen radios. En cada campo, como mínimo hay una o dos armas. Cuando regresás a tu casa a la noche, con los chicos y tu esposa, cortás clavos. Tengo permiso de portación de Legítimo Usuario, pero no sé qué haría si tengo que tirar. No nací para eso, me criaron para laburar”, reclama.

Le cuesta avanzar en su exposición. “Creo que aún no hemos vivido lo peor. Quisiera que no fuera cierto todo lo que dicen sobre lo que será salir de la cuarentena. Dan unas cifras de pobrezas que meten miedo. Y esa gente, aunque nunca haya robado un alfiler va a tener que salir a afanar para comer”.

En los últimos meses, se intensificaron los ataques a silo bolsas en distintos puntos del país.

Campos con cámaras y luces especiales

Señala que muchos campos ya instalaron luces y cámaras cerca de los silos. Algo impensado no muchos años atrás. Que “estamos armados es una realidad, pero eso no quiere decir que tengamos preparación para disparar, conclusión vamos por un camino de muy difícil final. Te matan o matás. No lo quiero ni pensar”.

En cuanto al rompimiento de esos gusanos blancos, llamados silos bolsas, Jorge murmura mientas se come las uñas: “Este gobierno no va a descansar hasta destruir al campo. No solo nos están asfixiando con los impuestos y los precios de los granos, sino que, no sería de extrañar que toda la destrucción sea una acción de algunos delincuentes que creen que trabajan para la patria con el objetivo de meternos miedo. Lo peor es que lo logran”.

“Mire, hay gente que hace años murió en un asalto en el campo, sinceramente no sé cuántos de esos asesinos están presos. Peor la pasan aquellos que tienen sus tierras pegadas a la autopista, no pocos de ellos armaron los silos muy cercanos al alambrado.  En tres minutos te destrozan todo”, relata.

El sector sufre alarma y temor. Comenzaron a hablar de armas como una forma de autoprotección. Hace pocos días ingresaron a un campo en las cercanías de la Universidad, allí destrozaron los silos en cuestión. Curiosamente, tal lo que se especula, pasaron por “puntos donde las cámaras no los toman”.

“Mientras es de día, casi que no se piensa en que nada te pueda pasar, el tema es a la noche. Entiendo que un poco más temprano o tarde vamos a seguir el camino de lo que pasa en la provincia de Buenos Aires o de Santa Fe, una organización de campesinos donde todos estemos conectados”, comenta.

“No es lo mismo, que salga uno solo a defenderte a que vengan 30 o cuarenta personas. De hecho, el tema de las armas ya es una realidad. Que no la sepamos usar es una cosa, pero que se están armando hasta los dientes, es una de las pocas salidas que se encuentra”, destacó.

Y, finalizando, sintetizó: “Cuando estemos organizados por alguna de las instituciones que nos representan, no voy a tener problemas en poner la cara y dar el nombre. Por el momento estamos desbordados y sin protección que nos dé seguridad. Espero que esto no termine en una masacre”.

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