“Dime que no”: La cultura de la insistencia y el acoso sexual

Escribe: Lic. Noelia Benedetto (*)

¿Qué es la cultura de la insistencia? Es la representación social instalada de establecer la conquista sostenida pese a eventos únicos o repetidos de no como respuesta.

Arjona decía «Si me dices que no, puede que te equivoques. Yo me daré a la tarea de que me digas que sí»; «Dime que no pensando en un sí y déjame lo otro a mí».

El acoso está naturalizado en nuestra cultura disfrazado de cortejo, es un machismo de la vida cotidiana.

La idea que tenemos de conquista de socializados varones hacia personas leídas como mujeres es de persistencia, que quien insiste triunfa, que, si te dicen que no, en el fondo es un sí.

Tildar a priori de «histéricas» a las identidades feminizadas para justificar las acciones realizadas alrededor de eso. «Calentar la pava y no servir el mate», «me vas a dejar así», «mirá cómo me ponés», «si te vestís así o si venís a mi casa, qué querés» son muestras de chantaje emocional para finalizar todas las escenas en coito o en alguna situación sexual.

Puro acoso

El imaginario acerca del abuso o acoso como algo que sucede solamente a través del uso desmedido de la fuerza, de noche, a manos de un desconocido, es un problema, ya que la mayoría de las situaciones de acoso ocurren entre personas conocidas.

Contribuye a invisibilizar la #culturadelainsistencia pensar a las personas como densas o pesadas y no como abusadoras o acosadoras.

Se educa a las masculinidades normativas para conseguir siempre lo que quieren mientras puedan obtenerlo de una feminizada o persona con identidad no binaria.

Una cultura de la insistencia, que no tiene en cuenta el consentimiento y el consenso es una cultura que promueve el acoso. Realiza una división entre sujetos activos (socializados varones) y objetos pasivos de consumo (socializadas mujeres) en la conquista, es por esto que cuesta mucho identificar, reconocer y hablar de las situaciones de abuso en relaciones vinculares estables.

Las salidas: educar a las masculinidades y reformar las instituciones sociales. Pasar de la conquista asimétrica y unilateral al cortejo mutuo teniendo en cuenta el consenso y el consentimiento.

Erotizar el consentimiento y deserotizar el silencio como dice María del Mar Ramón.

(*) Psicóloga y sexóloga

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