El hilo rojo que unió a Dimitri, un niño de Ucrania, con sus padres adoptivos de Villa María

Escribe: Germán Giacchero

Para Verónica Lorenzatti (41) el hilo rojo es más que una leyenda. Es más que ese lazo invisible que conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias.

El hilo rojo es pura realidad. Desde que se encontró, junto con su esposo Juan Pablo (38), con ese hijo tan deseado por años.

Ellos están casados desde hace 11 años y 8 meses, pero hace 17 que están juntos. Pero, el hogar logró completarse hace poco.

Dimitri tiene 13 años, es nacido en la lejana Ucrania, pero hoy forma parte de una familia villamariense, habla español como si nada y come asado y empanadas, como cualquier argentino.

Eso sí, sin olvidarse del todo de los tradicionales “Varényky” de su tierra natal. Esa pasta rellena parecida a nuestros ravioles, pero con un relleno particular similar a un puré de papas. Y sin dejar de lado, tampoco, la célebre Torta Napoleón.

Dimitri, o “Dima”, como lo llaman, acaba de cumplir años. Los cumplió el 10 de noviembre, el mismo día que sus padres adoptivos hace unos pocos años desembarcaron en aquel país. Y un día después de conmemorarse el Día Internacional de la Adopción. Por eso, noviembre es un mes especial para la familia. A veces, el universo conspira para que las casualidades no existan.

Y Dimitri resume toda la felicidad del matrimonio villamariense. Por eso, decidieron compartir su historia de vida con nosotros. Y con todos ustedes.

Lo que dice Verónica de aquí en más revela la lucha por ser padres y las dificultades que tuvieron que sortear para lograr serlo. Un relato de esperanza, pero, sobre todo, de mucho amor.

Lo compartimos:

El comienzo

“Desde que conocí a mi esposo, quise ser madre. Ese buen hombre que ama la vida, los niños y los animales y que lleva el nombre en honor al Sumo Pontífice Juan Pablo II, ahora Santo, oriundo de Polonia, país limítrofe a Ucrania.

El tiempo fue pasando, no estábamos cómodos, en nuestros trabajos, ingresos, etc. Yo ya sabía que tenía endometriosis y él también lo sabía. Un día dijimos: ahora sí, vamos a buscar lo que tanto soñamos. El amor ya nos unía desde hacía varios años, pero faltaba ‘agrandar’ la familia que tanto habíamos soñado.

Tras varios meses, casi un año, no lográbamos embarazarnos, entonces comenzamos a ‘desfilar’ por las clínicas de fertilidad y no lo conseguíamos.

Ambos siempre habíamos considerado la adopción porque en el caso de mi esposo así como en el mío, nuestras familias tienen varios hijos y padres adoptivos y, en el transcurso de esta búsqueda, lo hablábamos con nuestros padres y hermana y su familia (mi esposo es hijo único).

Todos estaban abiertos a ser abuelos, tíos, primos, etc., de una, uno o más niños o niñas, llegaran a nuestras vidas de la forma en que llegaran (por métodos de fertilización asistida, por adopción, por subrogación, etc.).

Recuerdo una charla con un amigo que concluyó con una frase que me quedó grabada a fuego en mi cabeza: ‘¿Por qué no adoptás?, digo: Dejá de hacer tratamientos de fertilidad… Si Dios quizás quiere que seas madre de un ser que quizás ya nació…’.

Pensando más allá

Comentándoselo a mi amiga (que es una hermana más para mí), me contó que ella había leído un artículo en un diario de Córdoba que hablaba de una pareja que había adoptado en Ucrania (porque todos sabemos que acá en nuestro país es una de las grandes deudas que se tienen con respecto a tantos niños que necesitan un hogar y una familia).

Inmediatamente nos pusimos en contacto con esa familia que nos brindó mucha información, así como los contactos de muchos de los profesionales con los que teníamos que hacer toda la documentación necesaria para el armado de la carpeta que debíamos enviar a un “facilitador” (que es como un gestor y, a la vez, traductor).

Esta familia, de la provincia de Córdoba, así como otra familia más, también de aquí de la provincia, son quienes nos ayudaron muchísimo asesorándonos y contactándonos con los profesionales que nos ayudaron en el armado de todos los documentos necesarios.

Luego de enviada la carpeta y traducida al idioma ucraniano (idioma oficial del país, si bien el 70% de la población es rusófila), nos citaron a una entrevista con el ‘Ministerio de Política Social de Ucrania’, donde, al ver la carpeta de Dimitri, supimos que el hilo rojo finalmente nos había unido.

Conexión especial

Es indescriptible la emoción que sentí al ver que nuestro hijo ya tenía 10 años y que era la edad que mi suegra siempre me contaba que Juan Pablo deseaba tener (es una conexión muy fuerte, cómo si de alguna manera mi esposo supiera que nuestro hijo nos iba a encontrar cuando tuviera cumplidos sus 10 años…).

Tal es que aterrizamos en Kiev, capital de Ucrania un 10 de noviembre, sin saber que Dimitri cumplía años ese mismo día. Nosotros estábamos citados para el día 13. Sin embargo, yo quería ir unos días antes para acomodarnos un poco y descansar después de un viaje que hizo escala en Madrid 13 horas. Nuestra ansiedad no podía esperar hasta que logramos conocernos personalmente el 16 (día del cumpleaños de mi hermana, su madrina).

Cuando lo vi por primera vez, tan pequeño, un poco desabrigado para el comienzo del invierno, con el helicóptero de juguete que le habíamos llevado de regalo para su cumpleaños, nuevamente, al igual que en el Ministerio, rompí a llorar de la emoción mientras mi esposo trataba de calmarme por miedo a que el niño se asustara.

Pasaron cuatro meses en los cuales hubo momentos felices, momentos de tensión y momentos tristes antes que pudiéramos regresar todos a casa y, cuando llegamos, el verano aún lo esperaba a Dima, pero también lo esperaba el colegio y todos sus nuevos amigos del Instituto Mariano Moreno que, junto a sus padres, maestros y directivos, le dieron una muy cálida bienvenida, no sólo a él, sino también a nosotros.

Con mucho cariño y solidaridad, todos nos han acompañado en este proceso y lo siguen haciendo día a día con muchas muestras de amor a toda nuestra familia.

Bien argentinos

Dima sigue en contacto con amigos de Ucrania, pero la mayoría, de los que han sido adoptados acá en Argentina, al igual que él y lo llamativo es que se comunican en español.

(No se han olvidado de su lengua madre, pero prefieren hacerlo en el idioma del país que les dio una familia, un hogar, muchos amigos y un mundo nuevo de muchas posibilidades).

Todos los años, casi todos los padres y madres de niños y niñas ucranianos, nos reunimos en algún lugar de nuestro país para seguir fortaleciendo el vínculo entre nuestros hijos que comparten un mismo país de origen, idioma, cultura, etc.

Ellos juegan felices y comen asado y empanadas y se adaptan perfectamente a las tradiciones de sus padres, sin olvidarse, de vez en cuando de los Varényky (una pasta rellena parecida a los ravioles, pero cuyo principal relleno es un puré de papas), o la Torta Napoléon”.

El hilo rojo, se podrá estirar o contraer, pero para Verónica, Juan Pablo y Dimitri, ya nunca se podrá romper.

Fotos del archivo familiar

  • Leé más:

La Leyenda del Hilo Rojo

El Hilo Rojo es una leyenda anónima de origen japonés, que cuenta que entre dos o más personas que están destinadas a tener un lazo afectivo existe un «hilo rojo», que viene con ellas desde su nacimiento.

El texto literal viene a decir: «Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper».

Entre la comunidad de padres y madres adoptantes en Japón, esta leyenda supone una metáfora recursiva, ya que supone que la vinculación entre el hijo adoptado y los padres ya está realizada de antemano por este «hilo rojo» y favorece la fortaleza en la larga espera.

Fuente: https://blogs.20minutos.es/madrereciente/2014/01/21/sabeis-lo-que-es-el-hilo-rojo/

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4 comentarios en “El hilo rojo que unió a Dimitri, un niño de Ucrania, con sus padres adoptivos de Villa María”

  1. En estas épocas, donde todo lo que es noticia es: drama, inconvenientes, tristezas, etcétera. Encontrar y leer la presente nota vinculada a «Verónica, Juan Pablo, Dimitri y El Hilo Rojo», es como encontrar un oasis en el desierto, gracias por compartirla.-

  2. Felicidades a nuestros amigos nosotros también hicimos su mismo recorrido fuimos con mi esposo y volvimos con Vicente Vlasialav y Ale Denis la vida te da estás hermosas oportunidades felicidad de haber formado familias amadas y maravillosas

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