Fiestas de fin de año: ¡¡Una pinturita de enredos!!

Navidad y año nuevo. Dos fiestas que vaya a saber por qué circunstancias a no pocos incomodan. Fastidian. No soy la excepción a esos grupúsculos.  No las disfruto. Más bien las padezco. Son mis límites. No ignoro que a la mayoría les encanta.  Las disfrutan. Se comparten con rostros de supuestos afectos que llegan una vez al año. Lo curioso y casi exótico son las nuevas familias “ensambladas” con las que hay que formar parte de un “troupe”, a veces agradables, otras, de incomodidad sin límites. Nunca falta una pinturita en cualquiera de estas parentelas, que te garcan dichas celebraciones…

Si bien las aludidas fiestas tienen como efecto principal, tras el argumento del nacimiento del Niño Dios, o el de recibir un nuevo año, lo importante es el morfar y chupar como si se tratase el último día, de todo, como si se tratase del último día y, luego reventarse de protectores hepáticos y soportar estoicamente diarreas interminables, cuando no, no queda otra alternativa que apelar al “lanzallamas”. Mamados a granel y la guita no te alcanza, si es que te has convertido en el anfitrión. Por supuesto que siempre están los que se hacen los distraídos a la hora de repartir los gastos. En general son los que más “enyantan” y menos ponen. Pobre los que generosamente ponen sus viviendas para juntar a la tropa.  Las sucesivas demandas de todo tipo, desde hielo hasta vinos de marcas inalcanzables, ya antes de la medianoche, llevaron casi a la locura neuronal de los “sirvientes”.

Y si bien formando parte de una pareja tradicional la cuestión se complica, hablar de parejas ensambladas (nuevas) ya todo se convierte en un despelote de magnitud. Y te baten la cana porque no recordás si el pasado año los chicos la pasaron con vos el 24 o el 31 o con la madre; a lo que es preciso agregar que los nenes de tu actual mujer también tienen que hacer combinar los suyos con su ex. Algo tan difícil como darle que arme el fixture del mundial el INDEC.

Deberás asumir que sos el boludo que nunca se acuerda de las fechas. Y ahí abrís el juego: “chicos, ustedes decidan, pásenla con quienes quieran”. La madre, tu ex, te recuerda todo un rosario de olvidos que no olvidarás mientras vivas. Y hasta no faltan aquellas que piden el pasarla todos juntos así no te volvés un padre ausente. Pero a los hijos ya aludidos también deberán sumarles los descendientes del nuevo novio de ella. Tu ex. Aceptar tal desafío sería como ir a tomar el té en cualquier bar de Siria en pleno bombardeo junto a Yiya Murano. Media muerte la tenés asegurada. Tu ex suegro, el padre de la primera, con buena onda te convida a ir a su casa. “Vení con nosotros que está todo bien con la nena. Anda chocha con su nueva pareja. Vení así los pibes están juntos”. Cuando reaccionas comprendés que el viejo turro no quiere otra cosa, que, como todos los años, te toque asar los dos corderos que llevan – a dos fuegos no menos de cinco horas-. Terminás deshidratado, todo quemado y reventado de clericó…

¡¡Que cosa hermosa las parejas ensambladas!!

Siempre aparecerá alguna bocha chueca, de esas tías bigotudas que te tirará puñaladas al esternón diciéndote “mirá el fruto de tu infidelidad el quilombo de familia que has dejado”. Y ahí una ristra de puteadas en voz baja rebotan en los rincones y en la panza de ese Panzer con formato de ballena y nombre de mujer, que no deja de apretar el gatillo.

El problema comenzó unos 20 días antes a la hora de hacer la lista de invitados, donde vos no tenés ingerencia alguna, pero vez nombres que mejor si lo pudieses pasar por alto. Eso, sin caer en los regalos para los chiquillos. Ya boludos grandotes que andan por los veinte o más, pero quieren regalos igualmente. Y vos que no podés acercarte al fuego porque de seco que estás podés prenderte fuego. La nena que no cesa con su sueño: “para cuándo me hacés las tetas papá”. Y te las piden delante de la abuela como para encontrar aliados. Me dan ganas de decirle que te dé un poco esa vieja de mierda, tu ex suegra, que les sobran como ocho kilos en cada teta.  El nene quiere el motocrós y vos no podés cambiarle las cubiertas al Fiat uno. Tu nueva mujer que pretende pasarla con los suyos. “A tu ex no la quiero ver ni en el rollo del papel higiénico” te dice a cada rato. ¡¡Qué mierda  hago acá” te murmura mezclado con el hijodeputa a flor de lengua… Sabés que la ex piensa algo similar.

Y llega la noche en cuestión…

Es decir, las campanadas que no sé quién es el salame que las toca pero que rompe las pelotas porque no paran.  La mitad de los presentes con cara de culo y la otra mitad con cara de mamados. Saludos a insoportables que los vistes una o dos veces al año. La prima con la que intimaste en la niñez y adolescencia y el esposo que te odia a muerte porque conoce la historia de ella. Tus ex cuñados, licenciados en ventajeros gastronómicos, que llegan siempre con la mitad de lo que pueden enllantar esa noche y el mediodía después. Los boludos siempre presentes que bajan cajas de pirotecnia con bombas que espantarían en Afganistán al musulmán más valiente. Quedás sordo por dos semanas. Los chicos que se pelean por la música. Recuerdo al tío Félix que se rajaba a pescar el 22 de diciembre, solo, en absoluta soledad y regresaba el 6 ó 7 de enero. Fresco de la cabeza, como una uva.  Quien será el hijo de puta que impuso de la cultura del turrón, del maní, del chocolate, que por las calorías podrían comerse en Alaska… Le das al comedor como chancho y para bajar esos kilos sabés que te llevará mínimamente 5 meses de hacer surcos por la costanera hasta Bahía Blanca. Vos que andás seco de sequedad total, que compras los barbijos usados porque no te da el bolsillo, te obligan a “invertir” como si tuvieras la guita de Lázaro Báez.

Los parientes que arriban desde Buenos Aires. Siempre ellos tienen la posta de todo lo que pasa con Alberto y Cristina. Afirmándote “Te aseguro que la bronca viene de lejos, cuando estudiaban abogacía eran amantes”. Y no pasan por alto a CFK, afirmando que ella está pirucha y que la atiende un psiquiatra que vive a cinco cuadras de su casa.  Saben tanto porque se lo contó la vecina de un electricistista cuya sobrina es doméstica en la Casa Rosada. ¡Andá a comprobar!

Llega el cambio de día… ¡¡Son las doce, son las doce!! Y todos los besos cruzados con insultos disimulados. Los chicos que se quieren rajar al carajo lo más rápido posible, pensando en el chupe en las novias/ios. Su próxima parada, en fin… no sería la única parada.  Los más jovatos pican para la calle a bailar y vaciar botellas.

El noviecito nuevo de la menor, que aún no cumplió las catorce, llegó con un pedo como para cuatro. La nena para atenderlo se lo lleva a la cama grande del abuelo. El vago puede estar cargado de etílico pero el pendorcho le funciona de maravillas.  La ensartó nomás. Al rato se siente la voz gruesa del tío que pasando para el baño grita…”al menos cuando estén fifando cierren la puerta mocosos de mierda”.

El pendejo luego del éxtasis, le vomita la almohada al abuelo político que lanza un rosario de puteadas en cinco idiomas cuando descubre restos de clericó. Peras, naranjas, banana… una verdulería sobre las sábanas. La mujer que lo amenaza al pobre viejo “ni se te ocurra decir nada… no vas a arruinar la fiesta por una pavada de esa… ese mocoso se aprovechó de la nena”.

Los despelotes políticos

A las cuatro de la mañana casi todos chupados, se te acerca tu ex y te dice con voz dulce. “¿¡No podés llevar a la tía Ernestina hasta su casa!?”. Lo que no aclara la guacha que esa vieja cruza con yarará vive pasando Las Mojarras y vos tenés nafta para volver solamente hasta tu casa. Sin nafta y sin guita…

Una bomba que sería un pedo sordo en Irak vuela las botellas de la mesa…

Imposible encontrar lugar en el baño. Entrás y te topás con un bruto zorongo en el bidé. Es de los Botafangos que vinieron de Bs As, entró la mamá y el nene juntos. No había lugar en el inodoro para ambos. El chiquito fue al bidé. ¡¡Total!!  Rogás que empiece a salir el sol para irte al carajo. Ya no hay saludos de cortesías. Al menos unos cinco despelotes por cuestiones políticas con puteadas incluidas… ralearon la reunión.

En fin, son las fiestas de fin de año… de una u otra manera, con ensambles o la vieja usanza, las debemos atravesar. Tus hijos se fueron a la mierda. Los de tu actual también. Los del compañero de tu ex no son la excepción. El suegro en agonía y por ahí desparramados algunos regalos… en fin… son las fiestas del nacimiento del Señor, las que indefectiblemente de alguna manera tenemos que sortear… Si no le queda más alternativa pásela con quien les dejó el zarandeo existencial. La vida es una especie de perinola…donde uno no saca lo que quiere sino lo que le toca… también en las fiestas.

Por las dudas ¿vos con quién la pasás?

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