[Fotos que hablan y casualidades que no existen] Gill, cerquita de Llaryora, y Accastello a los abrazos con Schiaretti

El intendente de Villa María, Martín Gill, y el exmandatario de la ciudad y actual ministro de Industria y Comercio, Eduardo Accastello, estuvieron en la apertura de sesiones legislativas en la Unicameral. Participaron en el último discurso de Juan Schiaretti como gobernador de Córdoba. La carrera electoral, aún sin calendario definido, ya se largó. ¿Nada es casualidad?

Martín Gill mira su teléfono celular. A su lado, su par de Río Cuarto, Juan Manuel Llamosas, y un poco más allá, el mandatario de la capital provincial y el primero en la línea sucesoria del cordobesismo en la Casa de Gobierno, Martín Llaryora, sonríen y aplauden.

Los tres mandamases de las ciudades más importantes de la geografía cordobesa ocupan un palco destacado en la Unicameral. Por allí, también se encuentran sus colegas de San Francisco y Carlos Paz, otras dos urbes destacadas.

El recinto legislativo está lleno. Y hay expectativas. Es el último discurso de Juan Schiaretti como gobernador de Córdoba. Se termina una era: la hegemonía del cordobesismo construido y fogoneado por José Manuel de la Sota y el propio “Gringo”, que ahora alienta una candidatura presidencial.  

Los segundos y terceros en la galería de dirigentes posibles para acompañar a Llaryora en la fórmula electoral para que el peronismo mantenga el poder en la provincia son varios desde las aspiraciones, versiones y trascendidos.

Dos de ellos estuvieron compartiendo el palco con el intendente capitalino. Gill y Llamosas. Si bien el hombre fuerte del Imperio del Sur pareciera llevarle alguna ventaja en la carrera a su par villamariense, las últimas cartas aún no están jugadas.

Unas horas después, las redes sociales de los tres mandatarios locales los mostrarán juntos. A partir de allí, las elucubraciones son muchas y algunas podrían sonar disparatadas.

Como sea, esas butacas no las ocupa cualquiera. Funcionarios jóvenes y con experiencia de gestión acumulada asoman como las nuevas caras de un peronismo que, al menos desde la fachada y más allá de la continuidad ideológica y pragmática, se encamina hacia una transformación. Atrás quedan los rostros de los viejos caudillos.

Después se verá si el armado del frente electoral obliga a otras jugadas circunstanciales, los posicionamientos difieren y los tiempos de afianzamiento se estiran, pero más tarde o temprano serán figuras recurrentes en el peronismo del centro del país. Dependerá, sobre todo de ellos mismos y de las urgencias electorales del partido.  

Más allá del palco VIP de intendentes poderosos, el póster central de la ocasión en la Unicameral se la llevaron los funcionarios de mayor confianza de Schiaretti.

Solo Llaryora aparece en la fila de entre los anteriormente nombrados: es el único que la tiene fija. También lo secundaron su esposa, Alejandra Vigo; el vicegobernador y jefe de campaña de la candidatura a gobernador del intendente cordobés, Manuel Calvo; y el viceintendente capitalino, Daniel Passerini, quien ya anunció que quiere suceder a Llaryora en la ciudad.

La carrera electoral está comenzando a armarse y algunos dirigentes que pretenden no quedar rezagados comenzaron a afilar los colmillos y mostrar los dientes. Otros, en tanto, aguardan el momento oportuno para pasar a la ofensiva o están a la espera de una mano santa que los bendiga y pasen el frente.

Votos cantados en política siempre hay. Sorpresas, también, claro.

Accastello, presente

Como funcionario del gobierno provincial, Eduardo Accastello también ocupó una posición en primera fila en el palacio legislativo junto con otros funcionarios.

En un momento, el ministro de Industria se fundió en un abrazo con el gobernador, tal cual lo hicieron otras autoridades.

El otro hombre fuerte del peronismo en Villa María comenzó a mover las piezas en la ciudad para no perder cuerpo en la interna que tiene del otro lado de la trinchera al propio Gill.

Más allá de acercamientos ocasionales y de lo que pudieran llegar a deparar las negociaciones futuras, a nadie escapa las fricciones existentes entre ambos sectores.

Accastello ya intentó ser gobernador enfrentando al propio Schiaretti en 2015. Cuatro años después, lo llamó para ser integrante de su gabinete. La vara del exintendente villamariense se muestra alta, pero no descartó volver a postularse para ocupar su antiguo cargo en el ex Palace Hotel, incluso apelando al mandato de Dios.

En tanto, su nombre también apareció entre los candidatos potables para secundar a Llaryora en el binomio oficialista para la gobernación.

Como ya lo ha demostrado la política local, nada estará dicho hasta último momento. Las diferencias que hoy asoman como irreconciliables o difíciles de pulir, quizás no sean más que plataformas futuras de una unidad que el peronismo necesita para conservar el poder en la ciudad.

Fuera de Gill o el mismo Accastello, no hay ningún otro potencial postulante al sillón principal del municipio que pueda garantizar la victoria. El actual intendente no puede repetir mandato y sus aspiraciones van más allá de los cuatro bulevares.

Las de Accastello, a priori, pareciera que también.

Pero, claro, no nos engañemos ni tomemos todo por hecho. En política, se sabe, las cosas no siempre son lo que parecen. Muchas veces, las «fotos que hablan» no hacen más que expresar los deseos de algunos.

Y, obvio, las casualidades, no existen.

Fotos: Redes sociales

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