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[Historias] Los detalles ocultos del glorioso Ejército de los Andes de San Martín
Si bien nos enseñaron en el colegio y así figura en libros de distintos escritores, que el General José de San Martín, Padre de la Patria, creó el glorioso cuerpo militar para cruzar la cordillera, y liberar a Chile y Perú, existen algunos detalles ocultos de tal emprendimiento.
Escribe: JULIO A. BENÍTEZ – benitezjulioalberto@gmail.com
San Martín había regresado a su patria, con el grado de teniente coronel, el 9 de marzo de 1812 y fue recibido por el Primer Triunvirato surgido de la Revolución del 25 de mayo de 1810, que luego fue reemplazado por el Segundo Triunviro y después fue designado como Director Supremo, el Brigadier don Juan Manuel de Pueyrredón.
Ascendido a General, San Martín, después de la gloriosa batalla de San Lorenzo y siempre en los menesteres propios de su ferviente deseo de dedicarse a la expulsión de los españoles de esta parte de América, fue designado Gobernador de Cuyo.
En Tucumán, el 9 de julio de 1816, la Asamblea General Constituyente, presidida por don Francisco Narciso de Laprida, delegado por San Juan, declaró nuestra Independencia, asamblea a la que no concurrieron el general San Martín ni el brigadier Pueyrredón, quienes se reunieron el 1 de agosto de ese año, en la ciudad de Córdoba, con el fin de tratar la creación de la fuerza militar que emprendería el cruce de los Andes para liberar a los hermanos chilenos y peruanos.
Pero en esos momentos, Chile había sido tomado por los españoles, hecho que preocupó al Padre de la Patria, ya que aún no contaba con un ejército de línea para atacar a gran escala por el paso de La Cumbre. Sólo contaba con las milicias urbanas-civiles casi sin instrucción para combatir y un par de viejas piezas de artillería de bronce.
Los primeros movimientos
Sin pérdida de tiempo partió hacia la cordillera para reconocer y evaluar la situación y en esa zona mandó construir guardias y pequeñas fortificaciones, como las de Picheuta y Los Patos, erigiendo los puestos militares que debían alertar en caso de invasión desde el otro lado de la cordillera.
Además, estableció un destacamento en Uspallata, con una guardia de once hombres, que era renovada cada quince días y estaba al mando del capitán de Granaderos a Caballo José Aldao. También activó los fuertes de San Carlos y San Rafael.
Durante su estadía en Uspallata, el Libertador aprovechó la oportunidad para recibir a los exiliados chilenos con unos 700 militares trasandinos y acompañados por los restos del batallón de Auxiliares de los Andes, al mando de Juan Gregorio de las Heras.
En noviembre de ese año, el Director Supremo decretó la formación del batallón de infantería Nº 11, con la base los Auxiliares. A fines de ese mes, llegó el piquete de infantería del batallón N 8, un grupo de artillería al mando de Pedro Regalado de la Plaza y dos escuadrones de granaderos a caballo. En total, la guarnición de Cuyo estaba compuesta por unos 1.400 hombres, soldados de línea y milicianos.
A principios de 1815, uno 50 residentes británicos de Mendoza, encabezados por el capitán Juan Young, le ofrecieron al general San Martín la creación de una compañía llamada Cazadores Ingleses, propuesta que fue aceptada por el gobernador y pasó a engrosar las tropas de los Cívicos Blancos de Mendoza.
Ante la necesidad de contar con más armamento, se comenzó experimentalmente con la fundición de balas de fusil y artillería en pequeña escala, el abatanamiento y teñido de telas para los uniformes y la mezcla de pólvora, pero la experiencia no tuvo el resultado esperado.
A principios de 1816, la guarnición Mendoza tenía un poco más de 1.000 hombres que se alojaban en los principales conventos, como los de Santo Domingo y San Agustín, entre otros.
Por entonces el campo de instrucción – que se encontraba en las afueras de la ciudad- servía solamente para las maniobras de todas las fuerzas del ejército, las que se establecieron en enero de ese año, durante casi dos meses.
El Ejército fue denominado De Los Andes y su jefe, como Capitán, el General José de San Martín con un sueldo de $6.000 anuales.
Se realizaron obras en las instalaciones y recién en octubre las tropas pudieron concentrarse en su totalidad, unos 3.770 efectivos.
Los aportes
El aporte de los cuyanos fue muy valioso, no solamente con dinero a través de los empréstitos forzosos, sino también con la colaboración de ganado de todo tipo y la donación de varios materiales indispensables para poner en marcha al ejército.
El compromiso entre Pueyrredón y San Martín quedó sellado al brindar todo el apoyo logístico para que la campaña de los Andes se ejecutara como se pretendía.
Desde la metrópoli del Río de la Plata se envió todo tipo de pertrecho de guerra, artillería, balas de distintos calibres, uniformes, fusiles y otros equipos, gestión donde se destacaron los empresarios Pedro Sosa, Albino Gutiérrez, Suárez y Serpa.
El Estado casi se quedó sin un centavo para poder equipar a las tropas del Ejército de los Andes, el esfuerzo fue muy grande y la deuda que asumió el gobierno de Pueyrredón tardó muchos años en abonarse a los acreedores.
Gracias a documentos inéditos, podemos saber un poco más sobre el costo que tuvo que enfrentar el Estado de la Provincias del Sud para equipar al Ejército y para tener una idea más real, se calculó lo que salía un peso oro por el dólar actual.
Así se ha podido saber que un uniforme costaba un equivalente a 1.200 dólares, los sables costaron 590 dólares por unidad y una pistola 296 dólares.
Un fusil 1.100 dólares, una pieza de artillería de montaña 32.486 dólares y un barril de pólvora, 125 dólares. El dinero invertido en el total de la campaña, desde sus comienzos hasta el año 1822, fue de 576.519 pesos fuertes, unos 430 millones de dólares actuales.
Fue la inversión más importante que realizó el gobierno para lograr nuestra libertad.
Además, y muy importantes fueron los roles protagonizados por las mujeres de todas las razas, ricas, pobres, mestizas, criollas, mulatas y el ejemplo lo dio Remedios Escalada de San Martín quien hizo entrega de sus anillos, collares y demás artículos de valor, acción a la que se adhirieron las otras damas de la sociedad mendocina y sanjuanina, que donaron también sus bienes personales y armas, si tenían en su hogar.
Contando además con costureras que fabricaban ropa, ponchos, etc., para los soldados, a quienes, en su salida hacia la cordillera, los alentaron con sus voluntades unidas, para que el éxito los acompañara en su difícil tarea de vencer a los realistas.
Fuente: https://ciudadano.news/cultura.