[Historias] Onofre Marimón, el aprendiz de Fangio

Hijo de Domingo -ilustre automovilista argentino de Turismo Carretera-, Onofre Agustín Marimón será recordado como una de las jóvenes promesas del deporte motor nacional: un “chico querido por todos” en verdad talentoso, por el cual el legendario Juan Manuel Fangio sintió un enorme afecto… Pinocho -como le decían- comenzó a incursionar en el mundo de la velocidad de la mano de Toscanito, su padre, quien con un gran manejo supo estar a la par de otras glorias nacionales del volante, como Juan y Oscar Gálvez, Eusebio Marcilla y el mismo Chueco Fangio.

Escribe: Maximiliano Catania

Abriéndose paso y sin cansarse nunca, en 1951, luego de disputar el Gran Premio de la Costanera (Buenos Aires) -instancia donde José Froilán González sorprendió a las Mercedes de mayor cilindrada en dos oportunidades, con una Ferrari 2 litros-, Marimón fue a probar suerte a Europa, en el Campeonato Mundial, guiado por Fangio; de la misma manera en que un aprendiz sigue los pasos de su maestro. El debut de Onofre en la máxima categoría data del GP de Francia, disputado en las adoquinadas calles de Reims; allí, al comando de un Milano, debió abandonar con el motor Maserati herido. Esa competencia fue ganada magistralmente por Fangio.

A Pinocho se lo volvía a ver en Milán, al cierre de la temporada, junto con Froilán, Ascari, Villoresi y todos los corredores, celebrando la conquista del primer título del Chueco, tras vencer en la carrera de Pedralbes (España).

De vuelta a la Argentina, en 1952, Onofre tomaba activa parte de las presentaciones de la llamada Mecánica Nacional, a bordo de un Chevrolet y pujando con un parque en su totalidad competitivo, para ganar en unas cuantas ocasiones. El “chico querido por todos” recibía el reconocimiento de la gente, que lo coronaba con ese entrañable afecto. Aquel año, el maestro Fangio sufriría un terrible accidente -uno de los peores- al despistarse en la curva de Lesmo del Autódromo de Monza, fatigado tras manejar sin descanso durante varias horas por las rutas del Viejo Mundo para participar en esa competencia.

Seguiría 1953. El desembarco definitivo de Pinocho en la alta competencia. Participaba junto con Juan Manuel – ya recuperado – en Le Mans (Francia) a bordo del Alfa Romeo “Disco Volante”. El año se cerraría en Italia, con la vuelta del Chueco a la victoria y una colisión de Marimón en el final con el ya consagrado campeón de la temporada, Alberto Ascari, tras alternar en el comando con ellos hasta el desenlace del Grand Prix.

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El despegue

Según parecía, 1954 debía ser el año de despegue de Onofre en el Campeonato Mundial. De hecho, un par de fechas después de haberse iniciado la temporada, Pinocho pasaba a integrar las filas del equipo oficial Maserati, heredando la butaca de Fangio -ahora titular de una flamante Mercedes- y todas las responsabilidades que ello acarreaba.

No desentonó: el 6 de mayo en ocasión del Gran Premio de Roma, obtendría un en plein (victoria, pole position y vuelta rápida) y en Silverstone (Reino Unido), Marimón protagonizaría una estupenda remontada al comando de un coche de la Casa del Tridente (partió 28°), postergando 25 máquinas para arribar tercero, un lugar por delante de su maestro; el día en que J.F. González (Ferrari) se adjudicaría el Gran Premio, y siete hombres (entre ellos, Onofre) se dividirían el punto otorgado por la obtención de la vuelta rápida de la carrera.

Sus jóvenes 30 años se iban por un barranco, al despistar su máquina a gran velocidad. Se convertiría en el primer mártir en un evento de la Fórmula Suprema. Al día siguiente, su maestro ganaba la carrera pero no tenía ni ganas de sonreír. Froilán, acongojado, daría una vuelta antes de abandonar por voluntad propia. Aquellos hombres lloraban la vida de un amigo, los aficionados de las carreras despedían al talentoso “chico querido por todos”. Nacía la leyenda…

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