José Cufré, el campeón que besó la lona de la vida

Desde hace varios años, la vida de José Cufré viene marcada por la pobreza, una adicción al alcohol que no cesa y las sobras que le alcanzan los demás.

Pasó de ser una de las grandes promesas del boxeo argentino a besar la lona de la existencia cotidiana.

Los más memoriosos recuerdan que fue campeón argentino y representó al país en el plano internacional. Un orgullo villamariense de exportación.

Arriba del ring, los golpes los daba él. Debajo, las trompadas sin guantes se las viene dando la vida.

Con 60 años, José vive en condiciones precarias e indignas para cualquier ser humano. La miseria y el maldito alcohol hacen el trabajo sucio.

Quizás alguien diga, de manera desafortunada, que él se lo buscó, que este presente es parte de su historia y que tiene lo que merece.

Pero, lo que merece José, el excampeón villamariense al que la vida le viene ganando por nocaut, es la ayuda y la asistencia de las instituciones oficiales encargadas de precisamente eso.

Ayudarlo, asistirlo, cuidarlo, tratar de que se cure y que lleve una existencia un poco más digna.

La misma tarea que es necesaria llevar adelante con varias otras almas errantes de la ciudad, que conviven con la miseria y el alcoholismo, y que se encuentran abandonadas a su suerte. A su mala suerte.

Marginados, invisibles, olvidados…

Pedido de ayuda

Por eso, algunos vecinos piden ayuda. Entre ellos, se encuentra Juan Carlos “Pato” Fonseca, impulsor del grupo de recuperación de adictos de la Catedral, piden por ayuda.

“Hoy, José Cufré sigue esperando todas las mentiras y promesas que les hicieron desde la Municipalidad y desde el centro de rehabilitación de la calle Pasteur. Nadie siente la más mínima empatía por este sufriente”, remarcó Fonseca.

“Y José no es el único caso. Hay muchos José Cufré», alertó.

Mientras tanto, José sigue besando la lona de la vida, en medio de la marginalidad, sacudido también por los cachetazos que le propina la indiferencia ajena.  

No hay campana salvadora para volver al rincón. Nadie tira la toalla desde el otro lado de las cuerdas. El árbitro ya contó hasta diez hace rato.

José ya no puede levantarse solo.

Ayudémoslo.

Quizás así pueda ganar la pelea más importante de todas. La que le permitirá recuperar su vida.