Nacer en casa, la experiencia de Eugenia y Daniel: Entre la «irresponsabilidad» y el derecho a elegir

Eugenia Baudino y Daniel Urquiza decidieron dar a luz en una pileta en su casa, sin la asistencia de médicos, enfermeros, ni ambulancia. Edrick tiene ahora poco más de un mes de vida y crece de manera saludable. Lo que para algunos representa un acto de irresponsabilidad, para ellos fue un acto de amor, basado en un nuevo paradigma de la salud.

Edrick Liam Urquiza tiene ahora poco más de un mes de vida. Nació el 17 de enero en General Deheza, Córdoba. Pesó 3 kilos y midió 50 centímetros. Hasta allí nada extraño a cualquier nacimiento.

La diferencia radicó en que sus papás, Eugenia Baudino y Daniel Urquiza, decidieron dar a luz en una pileta en su casa, sin la asistencia de médicos, enfermeros, ni ambulancia.

El deseo de la pareja era traer al mundo a su primer hijo prescindiendo de intervenciones médicas: sin analgésicos, inducción del trabajo de parto, control de la frecuencia cardíaca fetal, parto con fórceps u otros instrumentos.

Eugenia se formó en psicología, trabajó por más de 11 años con personas con discapacidad, y desde hace un tiempo se dedica a “aprender y enseñar el nuevo paradigma de la salud basado en las leyes de la biología”. Daniel es empleado en una fábrica local.

Juntos tomaron una decisión no exenta de polémica, para llevar adelante una práctica minoritaria, con tendencia creciente en algunos países del mundo y que se mantiene desde hace algunos años en el mismo nivel en Argentina.

Parir en casa no es indicado por muchas organizaciones médicas y profesionales: alertan que aumentan las tasas de mortalidad materna y fetal. Un nacimiento institucionalizado garantizaría así una mayor oportunidad de recibir atención por un equipo de salud entrenado y prevenir muertes o secuelas.

No faltan quienes tildan de irresponsables a papás y mamás que deciden realizar un parto casero, con asistencia de una especialista o no. Una crítica que va en el mismo sentido de los reparos ensayados por entidades profesionales de la salud.

Pero, Eugenia y Daniel lo tuvieron claro desde el comienzo del embarazo. “Desde hace un tiempo con mi esposo nos hemos hecho responsables de nuestra salud, sabiendo que la salud es el resultado de la toma de decisiones”.

Tener un rol activo en la llegada al mundo de nuestro hijo, influye después de una forma positiva en su vida.

“Consideramos que tener un rol activo en la llegada al mundo de nuestro hijo, influye después de una forma positiva en su vida. No es lo mismo llegar en el nido, con mamá y papá, con manos calientes que lo están esperando, rodeados de amor, cuidado y protección, a los otros entornos que se ofrecen, en instituciones con manos frías, con cirugía, con mamá anestesiada, con papá afuera”, explicó en una charla con El Regional Villa María.

“Con esto no quiero decir que uno sea mejor o peor papá. Al contrario, yo admiro a las mamás que han pasado por un trato como es la cesárea, porque es realmente invasivo, doloroso, y para el papá también porque no puede participar”, acotó.

“Hay otras formas posibles de traer a la vida a un pequeño, así como hasta hace pocos años atrás se hacía. Nuestros abuelos nacían en sus casas, no había la necesidad de una institución”, argumentó la mamá.

“La idea es volver al origen, regresar, recordar cómo hacían nuestros abuelos, era todo más natural, sin tanta cuestión química, sin tanta invasión, porque ahora se respeta muy poco la decisión de los papás”, se lamentó.

Edrick nació el 17 de enero pasado en la casa de sus papás, sin asistencia médica.

Hoy, Edrick tiene poco más de un mes de vida, aumentó medio kilo en relación con el peso al momento de nacer y creció 5 centímetros.

“Es muy tranquilo, ya hace unos días que ha regularizado su ciclo de sueños y descansa muy bien. Estamos muy felices por verlo crecer”, contó la mamá.

Lejos de ser un acto de irresponsabilidad como muchas personas lo han calificado, es un acto de amor

Los partos domiciliarios previstos constituyen una ínfima proporción en el universo de nacimientos. Sin la asistencia médica, con el apoyo de una enfermera, una doula o una “comadre”, o en plena soledad como fue el caso de la pareja de General Deheza, los nacimientos en casa registrados por el Ministerio de Salud de la Nación en 2020 representaron el 0,24% del total.

Según las cifras oficiales, en ese año, de un total de 533.299 nacidos vivos en todo el país, 1.300 nacieron en un domicilio particular. En la provincia de Córdoba, en tanto, hubo 44.585 nacimientos, de los cuales en viviendas particulares sucedieron 152. En el país, la proporción es de 0,24%, mientras que en la provincia es de 0,34%.

En algunos países, los guarismos se elevan: los partos domiciliarios en Estados Unidos ya representan casi el 1% y en Inglaterra, el 2%. Un estilo de vida más natural, en contacto con la “madre tierra” y un alejamiento de las prácticas médicas y químicas son las principales razones esgrimidas por sus ejecutantes.

“La verdad que es un momento mágico, hermoso, es muy empoderante, porque estás ahí, siendo partícipe y protagonista, y le estás dando a tu hijo la posibilidad de que sea protagonista, que nazca con un rol activo. Él está siendo por primera vez independiente, usando su fuerza para nacer”, comentó Eugenia.

“Como mujer, mi cuerpo sabe parir; mi hijo sabe nacer; mi esposo sabe dar protección y seguridad, que es el rol del macho. Teniendo en cuenta estas premisas, teníamos la certeza y la confianza de que las cosas estaban bien e iban a salir bien”, remarcó.

La mamá primeriza descartó que hayan sido irresponsables en tomar esa acción. “Lejos de ser un acto de irresponsabilidad como muchas personas lo han calificado, invertimos todo el tiempo del embarazo en leer, informarnos y capacitarnos para saber dar respuestas en ese momento”.

“Uno entiende que hay temores, mitos y tabúes, todo está muy institucionalizado, que todo tiene que pasar por las manos de un profesional, pero nosotros sabemos cómo nacer”, alegó.

De todas formas, tomaron algunos recaudos, como estar cerca de un centro de salud, “por si acaso algo se saliera de nuestro control”.

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Es un momento impagable, que nosotros queremos convidar, para que más gente se anime a hacerlo

“Teníamos la certeza de que iba a salir bien: estar en un ambiente tranquilo, en el nido, que uno lo puede preparar, elegir la música y la cantidad de luz, con aromas, quién puede estar, quién no, eso es fundamental para el bienestar de la mamá y el rol del papá”, precisó la mujer respecto de ese momento.

“Estábamos solos, mi esposo y yo. Preparamos el lugar, teníamos una pileta con agua con temperatura agradable para el bebé; contábamos con un piso y una pelota de goma para ir atravesando los dolores de las contracciones que empezaron a las 6 de la tarde las más fuertes y poco a poco fueron viniendo cada vez más”, continuó.

Hasta que a las 22.30 horas, en una noche de mucha tormenta, rompió bolsa, y a las 23.23 llegó Edrick. “Salió nadando como un pececito y lo primero que hizo es abrir los ojos y mirar para todos lados. Nos miró, lo apoyé en mi pecho y se prendió”.

“Es un momento impagable, que nosotros queremos convidar, para que más gente se anime a hacerlo y si tienen dudas que se informen, como hicimos nosotros con otras parejas”, insistió.

Entre los beneficios de un alumbramiento no institucionalizado, Eugenia indicó: “Que el bebé ocupe un rol activo al nacer, después repercute en las decisiones que va tomando en su vida”.

“También para la propia recuperación de la mamá: al ratito yo estaba andando y a los dos días ya no tenía más dolor, en comparación con las consecuencias de una cesárea. Admiro a las mujeres que pasan por esas intervenciones”, dijo.

“Tiene muchos beneficios a nivel emocional, te sentís poderoso, no solo para crear vida, también para traerla a este mundo. Es una cuestión de responsabilidad, me siento, aprendo, busco testimonios, hago propia esa información. Es cuestión de animarse”, finalizó.

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