Escribe: Cristina Pablos
Después de la derrota sufrida contra Arabia Saudita en el Mundial de Qatar, la Selección Argentina dio muestras de cómo rehacerse después de la adversidad y, en vez de bajar los brazos, se fortaleció y ese equipo que, más que unido por la pasión del fútbol, está unido por el afecto, el respeto y el esfuerzo que supo insuflarle un joven director técnico como Scaloni, de una gran humildad y bajo perfil, renació.
Así, con empeño, sin egos, humildad y grandeza a la vez, conscientes de sus capacidades, los jugadores de la Selección demostraron que no hay que darse nunca por vencido y salir a pelearle a equipos tanto o más poderosos que ella y… llegó a una final para el infarto que ganó merecidamente.
Ese triunfo fue una caricia al alma de “un pueblo argentino que está pasando por una situación difícil”, como dijo Dibu Martínez.

Messi, con la reserva en su vida pública y familiar, sin escándalos, merecía, más que nadie esta Copa. Y el pueblo argentino merecía una alegría que solo 26 jugadores pudieron darle, trabajando en equipo y haciendo honor al mérito.
Una alegría que los políticos no saben brindar sino todo lo contrario, arruinaron el festejo y la felicidad de 4 o más millones de personas que solamente querían ver a sus ídolos. Nada más.
Una Selección Nacional que hizo todo bien fue víctima de un gobierno que hace todo mal.
Un presidente con menos neuronas que una lombriz decretó, a último momento, un feriado nacional innecesario para el interior del país que sólo vería los festejos por televisión y que costó, a tres días de la Navidad, 800 millones de dólares de pérdida.
No supo el gobierno organizar un recibimiento como la Selección -y la gente- se merecían. Tuvieron a los jugadores 7 horas arriba de un micro, a pleno sol y 31 grados, avanzando a paso de hombre. Ah, ¡pero fueron los primeros en dar la vuelta olímpica en helicóptero!

Los campeones terminaron prácticamente huyendo a sus lugares de residencia, del caos generalizado y la gente que, con este regalo pensaba hacer catarsis después de dos años de encierro, de 180.000 muertos por Covid, de dinero que no alcanza, canalizó su frustración haciendo destrozos en el centro porteño, con más de 30 personas heridas entre bomberos, policías y civiles, uno con respirador, personas detenidas y ríos de alcohol y droga por doquier.
Una Selección Nacional que hizo todo bien fue víctima de un gobierno que hace todo mal.
Y el pueblo… con una alegría tan necesaria que no pudo disfrutar.
1 comentario en “[Opinión] Argentina campeón: Una alegría necesaria”
Es cierto un gobierno que está esclavo de sus propias diferencias sus propios errores no sabe que hacer y provoca actos de gobierno desafortunados.Preside te que esta perdido basiado de poder por su propia Vice tenemos al frente un 2023 muy incierto