Vacunas para pocos: la cadena de favores para los amigos del poder nunca se acaba

Escribe: Germán Giacchero

El vacunatorio VIP avalado por el Ministerio de Salud de la Nación, que eyectó de su sillón a Ginés González García, no es la excepción a la regla.

Forma parte de un largo listado de cadena de favores que se repiten hasta el hartazgo en el gelatinoso universo de la práctica política en su constante relación con otras esferas de poder, como la economía y las finanzas.

Se trata de un error que lesiona la imagen del gobierno de Alberto Fernández y le cuesta caro en materia de credibilidad del plan de vacunación. Una desconfianza que se acentúa ahora, luego del respiro que se tomó con la certificación de la eficacia de la vacuna rusa.

Un error que forma parte de la lógica de los gobiernos y su gran cadena de favores a los amigos del poder. Los que se benefician con los atajos que otorga el poder a algunos privilegiados.

Varios de esos privilegios, atenciones o favores se dan en un marco legal, aunque no siempre gozan de la legitimidad necesaria y la ética obligatoria. Las llamadas jubilaciones de privilegio se inscriben en un marco legal, pero no gozan de la legitimidad o la ética necesarias, por ejemplo.

Y esta vacunación selectiva, exclusiva, ventajera y discriminadora, no solo no fue legal, sino que careció de toda ética.

Los favoritismos aparecen en todos los gobiernos. Corporaciones, empresarios y figuras públicas (y otras no tanto) afines reciben favores de manera permanente: beneficios en licitaciones, otorgamiento de créditos sin las garantías necesarias, accesos a oficinas principales salteándose la cola, ascensos o empleos sin el respaldo necesario, obsequios y beneficios de los más variados, desde terrenos o campos entregados sin nada a cambio o dinamitados por monedas, hasta vacunas “ilegales” para combatir la enfermedad de moda sin pasar por la amansadora sala de espera.

Ocurre desde siempre y se agudiza con el paso del tiempo. Menem, De la Rúa, Kirchner, Cristina, Macri y Alberto, tuvieron y tienen a sus favoritos. Cada uno con sus diferencias. Algunos serán parte de las grandes corporaciones o el establishment, como se le podría endilgar a Menem o Macri. Otros no pertenecerán a la alta jerarquía del poder económico y financiero. Pero, la modalidad es similar.

Que Macri haya dotado de voluminosos contratos y beneficios a sus amigos y familiares, como argumentan varios para contrarrestar el escándalo del Ministerio de Salud, no invalida el grosero y hasta infantiloide error cometido con la vacunación VIP. Desde cómo se reveló este «affaire» hasta cómo funcionó y los nombres propios que incluyó.

Ginés y Verbistsky, protagonistas del escándalo de las vacunas VIP.

Precisamente, un gobierno abanderado con la lucha contra los privilegios, los otorga a su gusto y placer. O, por lo menos, así lo hacen algunos de sus funcionarios.

Claro que tampoco una caza de brujas para ver si los vacunados recibieron las dosis con todas las de le ley servirá para acabar con el problema de fondo. Lo que debería discutirse y ponerse en juego, no es el nombre del privilegiado. Sino, la validez, vigencia y, paradójicamente, la buena salud de una práctica sistemática ejecutada por el grueso de los gobiernos. Práctica que también tiene sus réplicas, quizás en menor proporción (o no), en los gobiernos provinciales y locales.

Todos, en mayor o menor medida, se han sumado a la larga cadena de favores de toda clase, que no hace más que beneficiar a unos pocos, para que resulten perjudicados los mismos de siempre.

Compartir:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *