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[VIDEO] El «Trinche» Carlovich, el jugador que rechazó a los grandes clubes y «jugaba mejor que Maradona»
Para muchos, el Trinche Carlovich fue el mejor jugador de la historia. Según Menotti, Pasarela y Bielsa el mejor mago del fútbol y para Maradona, el mejor futbolista que vio jugar. El Trinche fue un bohemio, solo quería disfrutar y rechazó a todos los grandes equipos que lo intentaban seducir.
Jamás vas a verlo en una lista de Campeones Internacionales. Ni siquiera en la nómina de un» grande» porteño.
Pero quienes lo vieron se deshacen en elogios. «Fue mejor que yo», declaró alguna vez Diego Maradona.
Tomás Carlovich nació el 19 de abril de 1946 en Rosario. Pasó por varios clubes en sus 23 años de carrera, pero brilló en uno. Debutó en 1965 en Sporting de Bigand, ubicado a 75 kilómetros de su Rosario natal, y se retiró en 1988 un poco más lejos de casa, en Argentino de Monte Maíz, en la provincia de Córdoba.
Donde más jugó fue Central Córdoba de Rosario, la Casa Blanca del Trinche. «Podría haber jugado en el Cosmos o en Francia. Para mí jugar en Central Córdoba era como hacerlo en Real Madrid. Nunca quise alejarme del barrio. Con mis amigos. No tengo ambiciones ni me marea la fama ni las multitudes. Soy un tipo solitario que le gusta estar con los más cercanos».

En su preparación para el Mundial de 1974, Argentina hizo un amistoso frente a un combinado rosarino. Eran 5 de Newells; 5 de Central y el Trinche. Cuando terminó el primer tiempo, pidieron que lo sacaran porque les estaba dando un baile bárbaro. Era un 3 a 0 lapidario para el equipo nacional.
Así fue la esencia de un crack del potrero a quien le robaron la vida en el 2020 en su ciudad para arrebatarle una bicicleta.
Los recuerdos se convertirán en leyenda. La de aquel volante que tiraba caños y provocaba la admiración del auténtico hincha de fútbol.
Contra la selección
La noche del 17 de abril de 1974 la Selección Argentina de Vladislao Cap, quien asumió como DT luego de la sorpresiva salida de Omar Sivorí, se preparaba para jugar contra un combinado rosarino dirigido técnicamente por Carlos Timoteo Griguol y Juan Carlos Montes, los entrenadores de Rosario Central y Newell’s.
Francisco Pancho Sá, defensor central de ese equipo de la Selección, contó que el partido era para probar jugadores de cara al futuro: «Se hicieron bastantes cambios esa noche, además probaron jugadores que después no estarían en el Mundial».
El equipo titular de la Selección esa noche fue: Santoro, Wolff, Togneri, Sa y Tarantini; Brindisi, Telch y Poy; Houseman, Potente y Bertoni.
Por parte del rejunte rosarino, el once era casi todo de jugadores de la Lepra y el Canalla, excepto por el muchacho alto de pelo largo que usaba la 5, el Trinche Carlovich, que ya jugaba en Central Córdoba de Rosario hacía dos años.

Biasutto; Jorge González, Pavoni, Capurro y Mario Killer; Aimar, Carlovich y Zanabria; Robles, Obberti y Kempes, así salía el conjunto de la dupla Griguol-Montes.
En lo que hoy es el estadio Marcelo Bielsa, más de 30 mil personas se amontonaron en las tribunas para ver un partido amistoso con varias figuras de la Selección en cancha, pero terminaron ovacionando a una inesperada estrella que brilló aquella noche de otoño en la ciudad de Rosario.
El primer tiempo de aquel partido terminó 3 a 0 a favor del conjunto rosarino, que de la mano de Mario Alberto Kempes y el Trinche Carlovich se impuso ante una Selección Argentina que no esperaba encontrarse con un equipo que lo superara de tal manera, ya que el once rosarino era un rejunte, no habían tenido si quiera un entrenamiento todos juntos. Los goles los convirtieron Jorge González, Alfredo el Mono Oberti (con asistencia del Trinche) y Kempes.
Según cuenta la leyenda, en el entretiempo Vladislao Cap se acercó a la dupla técnica rosarina y les dijo: «Saquen al 5». Ahí se terminó la noche de la figura de la cancha, que con 45 minutos se ganó la ovación de todos los presentes en el estadio y se posicionó en el radar de la prensa, que al otro día tituló el partido como «un baile».

El protagonista de aquella velada comentó años después: «Habrá sido como dice la gente. Yo no me di cuenta. Vos entrás a la cancha y ves 30 mil personas y decís ¿cómo voy a jugar mal? No puedo jugar mal. Si no, no tendría que estar acá adentro».
Entre la leyenda y la realidad, el Trinche fue uno de los mejores de todos los tiempos. Si no, el mejor.
Al menos así le parecía a Diego. Y eso es palabra divina.