[¿Amor devaluado?] “La última vez que me enamoré el dólar estaba a $15”

Corazón de dinero

Estaba hablando de vínculos afectivos y relaciones con una persona, y en el medio de la charla soltó: “La última vez que me enamoré el dólar estaba a 15 pesos”, y le respondí: “Qué devaluado está el amor, ¿no?”. Es lo primero que dije, como respuesta automática en forma de chiste. Después hice una pausa y lo pensé detenidamente. Me afligí un poco. Luego seguí pensando…

Escribe: Lucas Olivero (*)

En estos tiempos en los que todo cambia cada vez más rápido, donde todo es más abierto y menos juzgado, todo se vuelve también, más efímero.

Nos acostumbramos a seguir la corriente y a adaptarnos rápidamente, sin detenernos a pensar. No nos arriesgamos a abrirnos, nos atemoriza más desnudar el corazón que la piel.

A corto plazo, preferimos ahorrarnos el disgusto del desamor. Es como que rinden más las relaciones pasajeras, dan satisfacción al instante y ya, tomar ganancias y buscar otro proyecto a corto plazo en el mercado.

Incluso, parecería ser que quieren percibir una sensación de afecto en corto plazo; lo hacen a través de encuentros volátiles, con retorno de abrazo y algún que otro mimo.

Da la sensación que es todo a la inversa que hace diez años; antes la gente daba amor para poder cog…, ahora es exactamente al revés; cog… quizás con alguien que no les atrae tanto, pero les puede dar un abrazo y una falsa sensación de compañía al final del día, y después siguen con sus vidas sin dedicar tiempo a mantener esa relación.

Existe un gran porcentaje de aversión al riesgo en el amor. La oferta es muy escasa, entonces el “bien” cotiza muy alto y los demandantes tienen que pagar un precio muy caro para llegar a él.

Muy pocas personas son las que invierten toda su valentía y apuestan a que funcione, incluso algunas lo consiguen. ¡Qué afortunadas! Entonces el “bien” cotiza muy alto y los demandantes tienen que pagar un precio muy caro para llegar a él.

Nada de lógica

Toda esta analogía y juego de palabras parece adaptarse muy bien al tema para darle una explicación lógica, pero hay un componente extra que no entra en el análisis porque no puede ser cuantificado, es irracional, y es lo que sentimos (o creemos sentir).

Es ilógico y por lo general no está basado en argumentos sólidos. Le damos rienda suelta a la imagen que creamos de la otra persona y a lo que esperamos de ella, y nos olvidamos de que en realidad las relaciones se alimentan día a día, se conversan, se deconstruyen las ideas heredadas (los mandatos que recibimos) y se construye a partir del diálogo y el consenso.

Cuesta muchísimo y también lleva tiempo. Pero tenemos una idea del amor que quizás no es la correcta y eso nos hace querer ahorrarnos todo el disgusto.

Releyendo y analizando todo lo ocasionado por la frase disparadora, creo que al final la frase está mal.

Quizás lo que se devaluó fueron las ganas de relacionarse e invertir nuestra energía en eso, y que el amor sigue constantemente en su Bull Market, llegando a nuevos máximos día a día, y que, a nosotros, nos cuesta cada vez más acceder a él.

(*) Ingeniero en sistemas – Instagram: @oliveroing

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