[Historias] Cuando tener un auto era privilegio y las revistas enseñaban a conducir

La “REVISTA ENERGINA Nº 54 de Automovilismo, Vialidad y de Interés General”, con el título “Cómo llegar a ser un buen volante”, enseñaba la forma de manejar un automóvil. Las diferencias tecnológicas, culturales y sociales influyeron en esta situación. Veamos cómo se recomendaba conducir hace más de 80 años, cuando los rodados eran accesibles para unos pocos.

Escribe: Julio A. Benítez – benitezjulioalberto@gmail.com

 “Muchas personas creen que, por haber aprendido lo suficiente para pasar el examen de tráfico, ya están en condiciones de considerarse buenos volantes y no se preocupan más.

El primer paso para llegar a ser un buen conductor es familiarizarse completamente con el coche, para saber cómo acelera y cómo frena en distintas circunstancias.

Luego hay que acostumbrarse al volante, tanto en las rectas como en los virajes, llevándolo con una sola mano, mientras se hacen con la otra los cambios, señales, etc., sin la más mínima vacilación.

Si le preocupa el cambio de velocidades – en un coche con engranajes sincronizados o con cambio automático no debiera pensar en ello– no cometa el error de ir por todas partes en tercera.

Portada de la revista donde aparece la publicación que aquí se reproduce.

En una emergencia, la aceleración adicional que proporciona la primera o la segunda velocidad, puede salvarlo de un aprieto. Pero si Usted persiste en esa costumbre, ¿cómo va a tener confianza en sí mismo, en un caso de apuro?

De la misma manera, si las patinadas le infunden temor, vaya con su automóvil a un camino resbaloso y solitario, y hágalo “patinar a gusto”. Pronto se acostumbrará a dominarlo y estos accidentes no le preocuparán. Además, las patinadas son más fáciles de dominar cuando usted sabe cómo y cuándo se producen.

Y descubrirá bien pronto que la causa principal de las patinadas – excepto quizás las producidas cuando una rueda sube a las vías del tranvía o se mete en una huella – es originada por un cambio demasiado brusco en la velocidad o en la dirección del coche, cuando este va sobre una superficie que no permite un buen agarre a los neumáticos.

En consecuencia, cuando el pavimento está mojado o resbaloso, deberá evitar las desviaciones bruscas en un viraje tomado a velocidad, al tratar de acelerar violentamente o frenar de la misma manera. Cuando usted se halla perfeccionado en estas maniobras, trate de repetirlas aún cuando no sea necesario.

El volante experto sabe que es una insensatez tomar un viraje a tan alta velocidad y que las gomas chillen. El tiempo que puede ganar no le compensará el desgaste que sufrirán los neumáticos.

Excepto en caso de emergencia, las frenadas bruscas son indicio de poca habilidad en el manejo. El conductor que acelera y aprieta el pedal del freno a corta distancia de una parada, demuestra poca inteligencia.

Es mejor, infinitamente mejor, reducir la velocidad del coche bastante antes de frenarlo. Así se economiza en los forros de los frenos y se evitan las detenciones repentinas con sus consiguientes sacudidas o golpes.

Una vez familiarizado con lo anterior y que haya llegado a saber perfectamente lo que puede exigirle a su coche, ya podrá realizar cualquier maniobra con confianza y facilidad y el manejo lo hará tranquilamente, casi sin pensar.

«Excepto en caso de emergencia, las frenadas bruscas son indicio de poca habilidad en el manejo», se aconsejaba.

Entonces, cuando su atención no tenga que estar fija en el volante, pedales y palancas, podrá emplearla en adquirir lo que vulgarmente se llama “cancha” en su andar.

Una de las primeras cosas que debe cultivar es el sentido de la apreciación, especialmente en lo que se refiere a la velocidad de los otros automóviles que van por la misma calle o camino que usted.

Muchísimas veces se producen accidentes porque el conductor no ha sabido calcular el tiempo que necesitaba para pasar a otro vehículo que iba en la misma dirección y se ha encontrado encerrado por un coche que venía en dirección opuesta. O también porque no calculó la velocidad de éste.

No trate nunca de pasar a otro coche si no tiene un amplio margen para hacerlo sin peligro y si tiene dudas, espere, pero una vez que se decidió no vacile, acelere.

Si el coche que quiere pasar está cerca de una curva, demore la maniobra, pues si se arriesga otros vehículos pueden aparecer en dirección opuesta.

Cuando se acerque a un cruce de caminos, esté siempre listo para frenar antes, no hay cosa más peligrosa que adoptar varias decisiones a la vez.

Piense que los demás conductores pueden hacer lo mismo, pero es común dar el paso a quienes vienen por un camino principal.

Cuando se le presenta una complicación de esta naturaleza, siga esta regla: Invite al otro conductor para que pase, pero si éste hace lo mismo que usted, no vacile y avance.

Siempre considere que los cruces de caminos no son seguros, más vale tocar bocina un poco antes del cruce, nunca casi encima de él. Piense rápido y adopte un término medio para hacer sonar su bocina. Es cuestión de práctica.

Pero, aún cuando usted haya avisado que va a cruzar, debe estar siempre preparado para lo inesperado, ya que quien viene por el otro camino puede no haber escuchado su aviso.

Levante el pie del acelerador y acérquelo al pedal del freno, así gana segundos para la maniobra del frenado… y si frenan los dos, mejor, antes que no frene ninguno.

En caso de accidente trate siempre de mantener la calma, sin llegar a insultos, haciendo lo mismo con el otro conductor, cálmelo.

Si hubo heridos, llegará el auxilio y actuará de acuerdo a las necesidades del momento.

De cualquier forma, son situaciones que se pueden presentar, si no hay personas lastimadas, recordar que “las chapas se arreglan”.

(*) Era una publicación trimestral, correspondiente al otoño de 1938, editada y distribuida por Shell-Mex Argentina Ltd., en sus páginas 17/18 y parte de página 25.

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