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“Mamá Carmen”, la mujer que luchó contra los “indios”
Escribe: Julio A. Benítez (benitezjulioalberto@gmail.com)
Eduardo Gutiérrez, autor de “Juan Moreira” (*), escribió algunas anécdotas en “Croquis y Siluetas Militares” sobre Carmen Ledesma o como le decían en su época, “Mamá Carmen”, a quien describió como “Una gigante de ébano” por el color de su piel y por su físico de gran tamaño.
Recibía, como el resto de las mujeres que vivían en los fortines, la calificación despectiva de china, milica, cuartelera, fortinera o chusma.
En el mejor de los casos, pensemos que la dulzura de algún amor atravesó su vida, ya que se casó 3 veces y tuvo varios hijos, de los cuales, sólo uno, el menor, cabo Ángel Ledesma, permanecía vivo, con ella, en el fuerte General Paz, con quien compartían su cariño familiar.
Según escritos de otros historiadores, sus tres esposos y los demás hijos murieron, o por la fiebre amarilla, o en acciones de lucha entre los fortineros con los indios.
Jefa de frontera
El fuerte, que estaba construido en el “Médano de la Estaca”, que pertenecía a la comandancia de la Frontera Oeste de Buenos Aires, actual zona del paraje La Sofía, partido de Carlos Casares, contenía varios edificios, la comandancia, hospital, botica y ranchos más pequeños que servían para alojar a la tropa y sus familias.
Una de las anécdotas se desarrolló en el año 1874, cuando el Teniente Coronel Lagos, a cargo del fuerte, debió abandonarlo junto a su milicia por órdenes superiores, y nombró a Carmen Ledesma como “Jefa de Frontera”.
Quedaron… “las mujeres, el loco Echeverría con una indigestión de maíz y dos soldados más, enfermos por golpes de a caballo que les privaban de todo movimiento”.
El carácter de “Mamá Carmen” era fuerte, decidido y trabajado en la adversidad. Su tamaño le debe haber ayudado para no dejarse prepotear por cualquiera y quizá esas cualidades las tuvo en cuenta el teniente Lagos para tomar esa decisión.

Como los tehuelches merodeaban de lejos, ella organizó la defensa del fuerte… preparó las armas que eran dos cañones pequeños, carabinas, fusiles de fulminante, armas blancas y vistió con uniforme a todas las mujeres que la acompañaban.
Los indios, que sin dudas estaban convencidos de que no había nadie, entraron alegremente, mirando para todos lados, como si quisieran descubrir por dónde empezar a asaltar primero, para incendiar después.
En ese momento Mamá Carmen se asomó con sus tiradoras rompiendo fuego sobre los intrusos, que aterrados y aturdidos por aquella defensa de fusilería, se retiraron a los alaridos y perseguidos por las valientes “Soldados” que pudieron alcanzar a tres indios a quienes la jefa los ató y… al mangrullo.
Cuando los prisioneros vieron que no había más que mujeres, se querían morir de desesperación, pero tuvieron que aguantar, estaban fuertemente atados.
Esta acción le valió a Carmen Ledesma el rango militar de Sargento, otorgado por Sarmiento.
Muerte y dolor
Tiempo después, cuando ya Carmen participaba con el grado de Sargento, en una incursión de lanceros de Namuncurá y Pincén, el Cabo Ángel, su único hijo vivo, en una terrible pelea cuerpo a cuerpo recibió dos heridas mortales. Carmen enfrentó, también cuerpo a cuerpo, al indio que mató a su hijo y lo despachó, clavándole su puñal en el corazón.
La pobre negra miró a su hijo con un amor infinito, le cerró los ojos y sin decir una palabra lo acomodó sobre su caballo, con la ayuda de dos soldados. Enseguida, y siempre en absoluto silencio, se acercó al indio que ella había muerto y con aparente tranquilidad le cortó la cabeza, que ató a la cola del caballo donde estaba atravesado su hijo.
A la noche siguiente y a la derecha del campamento, se veía una mujer, que sable en mano, paseaba en un espacio de dos varas cuadradas. Era la Sargento Carmen Ledesma, que hacía guardia de honor al cabo Ángel Ledesma, que estaba enterrado allí.
Para entenderla a Mamá Carmen, hay que ubicarla en el contexto de mujer descendiente de africanos, cuyos antecesores fueron esclavos, despreciados, humillados, denigrados y es muy probable que ella haya tenido un trato similar.

Mujeres fortineras
Las mujeres que iban a la frontera, o eran obligadas, o seguían al padre de sus hijos, o no tenían nada que perder, salvo su vida. Quizá allí, “tierra adentro”, podrían tener cierta libertad.
Pero en los fortines, la violencia era de uso diario y una mujer en ese lugar, a quien le habían otorgado, como premio, el grado de sargento, tenía que demostrar que podía ser tan fuerte y cruel como sus pares masculinos.
No obstante, el relato de Eduardo Gutiérrez, deja entrever el dolor de madre al perder a su último hijo, dejando marcados con fuerza sus pasos en la guardia de honor.
“El Diario” del mes de setiembre de 1882 informaba que la sargento primero “Carmen Ledesma”, que vivía en un conventillo de los barrios del norte de la Capital Federal, falleció a los 70 años”.
Desde hace unos años, Carmen Ledesma es una corta calle de Bahía Blanca, ubicada en el barrio “Villa Bordeau”, a la altura de Sixto Laspiur al 5.700.
Fuente: http://www.biblioteca.org.ar/libros.
(*) 1851/1889- Se destacó por sus obras de contenido histórico costumbrista y gauchesco. Su obra más importante, “Juan Moreira”, fue obra primordial en los circos y después se filmó una película.
Imagen de portada ilustrativa – Fuente: Revisionistas