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Alicia Peresutti sobre el narcotráfico: “La guerra en nuestro suelo de la que no hablamos”
Alicia Peresutti envió un texto a nuestra Redacción donde plantea su visión de la problemática del narcotráfico y el sufrimiento de quienes caen en las adicciones. Cuestiona el accionar policial, judicial y político respecto del eslabón más débil, la persona enferma, adicta. Y denuncia persecución a las organizaciones que trabajan en la materia.
Escribe: Alicia Peresutti
La mujer me llamó desesperada. Tres hijos. Tres hijos y el fantasma de la droga azotando su casa. Desesperada. Le vendieron todo. Hasta las camas. Dios mío.
El narcotráfico avanza. Avanza a pasos agigantados pisoteando el presente y el futuro de nuestras comunidades (donde vivimos), estamos empeñando el futuro de nuestros nietos.
En la actualidad la mayoría de los delitos callejeros (a excepción por violencia de género) son cometidos por personas que están bajo consumo o van hacia él, en su mayoría varones. Penales desbordados.
La enfermedad es la adicción. Esa es la cara más dolorosa de este flagelo social. Arrasa como terremoto, con todo. Desangra las familias que sucumben a los vampiros malditos: cocaína, ácidos, etc. Ustedes y yo sabemos que la lista es interminable.
El narcotráfico avanza. Avanza a pasos agigantados pisoteando nuestro presente y nuestro futuro. La mayoría de los detenidos están complicados con el consumo problemático, aunque sea reiterativa la frase. Pero la mayoría de los narcos están libres.
¿Cuántas causas relacionadas con la comercialización de drogas hay? ¿El tres o cuatro por ciento? A la cárcel van los enfermos de este flagelo. Y sumado a esto, en estos dos últimos años se ha desatado una movida implacable para perseguir las organizaciones que trabajamos en la problemática.
Qué casualidad que estamos todas cuestionadas. Somos tan pocas y quieren que quedemos menos. Para quienes cometimos la locura de creer que podemos frenar el narcotráfico no hay premios, sólo castigos. Como dice el Padre Oberlin –Cuánto lo admiro-, “¿quiénes vamos a quedar?”.
La mafia nos viene ganando por varios cuerpos. Los cuerpos de las personas enfermas. Los cuerpos de las familias arrasadas por esta catástrofe que no perdona, ni da tregua. Los cuerpos de quienes denunciamos, que cada vez estamos más acorralados.
Los cuerpos de los profesionales que desde el estado o desde las Ongs intentan ayudar como pueden, salvar vidas. Qué solos están los profesionales que trabajan este tema, qué olvidados, los parias de todo el sistema.
El narcotráfico avanza y todo lo que veo son políticos hablando de adicciones, el acento en quienes sufren la enfermedad, no en quienes cada día mueven millones con la muerte, los que venden, los que la “mueven” y bancan lo que sea para seguir vendiendo.
Al contrario, habría que investigar – para las Universidades el tema- la relación entre los narcos y la política.
Esta es la guerra que tenemos acá, la de todos los días y de la que muy pocos hablamos y está claro que hacerlo es un peligro porque después podés terminar detenido.
Ya pasé por casi todas, me faltaba la cárcel y un tiro en la frente. La primera ya lo lograron y con muy poco o casi nada. ¿La segunda? Ya confesé todos mis pecados.
Vivo cada día como el último. ¿Amedrentarme? De ninguna manera. No voy a callar mientras nuestra ciudad, nuestra provincia y nuestro país van camino a un proceso de Mexicanización. ¿Lo llamamos así?
Quiero un mundo sin drogas para mis nietos, para tus nietos. Quiero un mundo donde esta mamá no me llame desesperada por sus tres hijos, así fuera uno.
Quiero escuchar que están bien, que tienen una vida para vivir y un mundo para soñar.