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[Argentinadas] Ambigüedades modernas
Escribe: Raquel Baratelli
No hay dudas de que la vida moderna, cibernética y virtual trae múltiples ventajas en los quehaceres cotidianos de cualquier mortal, marcando una diferencia sustancial con aquellas viejas épocas de radios a transistores y televisores blanco y negro con tres canales para ver.
Cuando obtener una línea telefónica fija era un calvario de años de espera; épocas de trámites presenciales y colas eternas en bancos y entidades públicas; en que los chicos jugaban a las bolitas y a los indios, los estudiantes concurrían a las bibliotecas, los arquitectos dibujaban sus planos a mano, se iba al cine a ver dos películas con intervalo para comer maní con chocolate y se esperaba al cartero.
La modernidad quiso que la televisión explotara en un sinnúmero de canales y colores, que el sonido estereofónico se apoderara de los hogares pasando del Winco a los home theatres, de los casetes a las apps de música, las pantallas y que la inteligencia artificial fuera determinante para la vida.
Hoy la comunicación es mucho más fluida, el cine está en casa, la burocracia es menos pesada y los trámites, las compras, la divulgación de conocimientos son más rápidos, eficaces y “sencillos” … ¡ponele!
Siempre y cuando tengas buen celular y/o compu, buena señal de internet, haya wifi, no se caiga el sistema y fundamentalmente que sepas usar internet y Whatsapp.
Las nuevas tecnologías han democratizado la accesibilidad de los ciudadanos al mundo de las comunicaciones, sin embargo, los pormenores de la conectividad, sea por falta o por exceso no son un tema menor, si no tenés celular o se te llena la memoria del artefacto que uses, si no tenés buena cámara para selfys, o no tenés un correo electrónico y CIDI…
En fin, si sos de la generación del teléfono fijo, te gusta conversar con la gente en la cola del banco, querés hacer tus trámites frente a una persona de carne y hueso, aunque te digan “abuelo “o te traten como tonto, y no querés molestar a tus familiares con tus asuntos, estás en el horno.
En esta vida moderna, cibernética y virtual, supuestamente sencilla y no hay tiempo para transiciones.
Además, chicos, en esta modernidad cibernética, democrática y tecnológica, la onda va por la inclusión y la diversidad, ¿no existiría una mínima posibilidad de que los viejos hábitos presenciales de los “viejos” convivan con la virtualidad del momento?