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[Argentinadas] Imaginemos un septiembre diferente: Estudiantes, maestros y primavera
Escribe: Raquel Baratelli
A ver, chicos, todos sabemos que últimamente los festejos del “día de” se mensualizan, cosa de darle tiempo al bolsillo por si pretendemos regalos y festicholas, pero en el mes de septiembre se nos viene la noche, día del maestro, de la primavera y del estudiante, ¿algo más?
La buena es que los tres festejos vienen muy relacionados entre sí, por lo que podríamos tranzar en “el mes de la educación” y así metiendo todo en la misma bolsa podemos reflexionar sobre el rol de cada cual, alumnos, maestros, escuelas y su importancia para el florecimiento primaveral del conocimiento y su desarrollo.
Imaginemos un mundo sin guardapolvos blancos ni mochilas, sin cuadernos ni tareas; un mundo donde no existan estudiantes ni días de la primavera.
Ahora imaginemos un mundo sin escuelas, sin maestros… Peques pululando por doquier, preguntando de todo, aprendiendo de sus experiencias de vida, razonando a los ponchazos, leyendo vaya uno a saber cómo, escribiendo quién sabe en qué idioma.
Los adultos de la familia debiendo dedicar más tiempo a sus niños, enseñando a los ponchazos lo que se pueda, sin didáctica ni método. Educación a la que se haga y como pinte.
Adolescentes sin propósito ni objetivos a cumplir, aprendiendo de las redes, viviendo la utopía de todo adolescente, dormir, jugar a la play, boludear, bah.
Pero, ¿sabrían leer para usar las redes? ¿Podrían aplicar estrategias de juego en la Play? Y no me vengan con la inteligencia artificial, porque a esa también hay que saber usarla para aprovecharla.
La cosa es que no cualquiera puede ser autodidacta; a pesar de que el aprendizaje es una capacidad innata inherente al ser humano y que todo niño aprende jugando e imitando, es prácticamente imposible que una persona pueda profundizar el conocimiento del mundo sin alguien capacitado para impartir alguna guía de aprendizaje.
A ver, viejo, que el sistema educativo argento es más viejo que el tren, que hace años viene perdiendo aceite acumulando parches de acá y de allá, que se necesita una reforma profunda para agiornarse a los tiempos modernos, no es ninguna novedad.
Sin embargo, ¿qué sería de nuestros chicos sin la escuela?, ¿qué de las generaciones futuras sin una educación básica unificadora que brinde las bases necesarias para desarrollar el razonamiento, sin aulas donde aprender conductas colectivas y solidarias, en las que vivenciar la socialización con sus pares compartiendo aprendizajes? Es muy factible que las desigualdades entre niños de clases altas y bajas aumentarían exponencialmente.
¿Cuál sería la suerte de las universidades? Profundizar los conocimientos requiere método, disciplina, esfuerzo y estímulo.
Apostar por la escuela y la educación colectiva sigue siendo la opción para una sociedad que pretenda desarrollarse y avanzar hacia el futuro.
Invirtiendo en conocimiento y desarrollo tecnológico y científico, se asegura el florecimiento de los pueblos, basta mirar a los países del primer mundo para darse cuenta.
Es así, viejo, no hay vuelta, imaginemos un país de gente con conciencia colectiva, educada, trabajadora, entusiasta y pujante… ese país, seguro tiene gobernantes que sostienen un buen sistema educativo inclusivo, una red de escuelas en buen estado, docentes bien remunerados por su trabajo, estudiantes activos y curiosos por aprender.
Imaginemos que ese país es el nuestro y festejemos todas las primaveras apostando todos juntos por la escuela.
En el mes de la primavera, a los maestros y estudiantes, ¡Salud!