[Historias] San Martín, el primer «golpe de estado» y la enemistad con Rivadavia

El primer golpe de estado en Argentina lo encabezó José de San Martín, lo que le provocó su enemistad con Bernardino Rivadavia.

Escribe: JULIO A. BENÍTEZ – benitezjulioalberto@gmail.com

San Martín había regresado en marzo de 1812 y encontró convulsionado el clima político que se respiraba en Buenos Aires, situación que requería un cambio de rumbo para concretar los planes libertadores que el militar, formado en España, pensaba llevar adelante.

Se había ido del país en 1784 a los seis años y cuando bajó a tierra era un teniente coronel de caballería fogueado durante veinte años en los campos de batalla, peleando entonces para la madre patria, pero tenía todas las contras: era un militar sin recursos, sin familia y sin amigos en Buenos Aires, y su único contacto con la sociedad porteña era Carlos María de Alvear.

El país necesitaba un cambio, pues se debatía en una puja entre morenistas y saavedristas. Los primeros eran proclives a llevar la revolución a fondo, rompiendo con España y los que seguían a Cornelio Saavedra se veían en los grupos locales que buscaban una conciliación con España y que siempre estuvieron mirando qué pasaba en Europa antes de tomar decisiones drásticas.

Carlos de Alvear y Bernardo de Monteagudo.

Alejado Moreno, sus contrincantes quedaron dueños de la situación, pero el modo vacilante con que se manejaba Saavedra hizo que rápidamente concentrase las antipatías del Cabildo, de los militares y de la gente. La derrota que el ejército patriota sufrió en Huaqui el 20 de junio de 1811 fue el golpe de gracia y así nació el Primer Triunvirato.

Tiempos tumultuosos

Este gobierno conformado por Feliciano Chiclana, Manuel de Sarratea y Juan José Paso fue concentrando poder, emanado de un Estatuto Provisorio que elaboró para tal fin. Primero disolvió la Junta Conservadora, organismo con atribuciones legislativas para demostrar un equilibrio indultando a morenistas e incorporando a algunos al gobierno, pero este sector se le puso en contra, al ver la orientación que tomaba.

No demoraron en aparecer los artículos demoledores de Bernardo de Monteagudo en La Gaceta, con severas críticas contra el triunvirato y Bernardino Rivadavia, el secretario de ese ejecutivo, que, si bien no tenía derecho a votar, poseía mucha influencia.

Fue ese gobierno el que aceptó la escarapela, pero también el que rechazó la creación de la bandera de Belgrano y que recomendó esconderla a partir de una razón concreta: ante el peligro de una invasión lusitana, que Gran Bretaña prometió frenarla, a cambio de no exacerbar más los ánimos de España, entonces su aliada contra Napoleón y una bandera propia era una provocación extra.

No respetó las opiniones de las provincias, la prensa había sido censurada y se patrullaba la ciudad para desalentar manifestaciones contra el gobierno.

Reconoció la autonomía del Paraguay, levantó el sitio de Montevideo – bastión realista – y trajo las tropas para reforzar Buenos Aires, persiguió a José Artigas y frenó las acciones militares.

Berutti, en sus “Memorias Curiosas” describió el clima que se vivía, manifestando estamos “Cansados de sufrir el despotismo y arbitrariedades del gobierno”.

La situación no estaba clara entre las distintas posiciones y en una reunión San Martín se expresó a favor de la Monarquía como futuro gobierno en estas tierras y Rivadavia le salió al cruce y le preguntó: “¿Con qué objeto vino usted a esta república, con el fin de trabajar por la independencia de su país natal o para decidir la forma de su gobierno?”.

Cobró fuerza el grupo morenista en torno a la Sociedad Patriótica y a Monteagudo que deseaban la independencia, que no estaba en la agenda del Primer Triunvirato.

En dos oportunidades Rivadavia se vio obligado a disolver la Asamblea General prevista por el Estatuto Provisorio porque había sido copada por miembros de la Logia Lautaro. Cuando el gobierno incorporó a miembros adeptos, a Rivadavia se le vino el mundo abajo al conocer la noticia del triunfo de Manuel Belgrano en Tucumán, que dio batalla desoyendo sus órdenes de retirarse a Córdoba.

El levantamiento

Hace 210 años, el 8 de octubre de 1812, desde las primeras horas se produjo la asonada de varias unidades militares identificadas con la Logia Lautaro, que determinó la caída del Primer Triunvirato y el cambio de dirección de gobierno hacia el camino de la independencia.

Los cabildantes estaban en sus despachos y vieron cómo antes de la salida del sol se congregaban soldados, con cañones al mando de Manuel Pinto apostados en las bocacalles y otros dos dispuestos en el arco central de la recova, apuntando a las casas consistariales, donde se habían refugiado miembros del gobierno.

Una de las unidades era el flamante Regimiento de Granaderos a Caballo creado por José de San Martín, acompañados por Carlos de Alvear, a la izquierda del fuerte y a la derecha el Regimiento Nº 2 al mando de Francisco Ortiz de Ocampo.

Granaderos a Caballo, el Regimiento creado por San Martín.

Pero no solo soldados dominaban el lugar, la plaza estaba colmada de civiles, partidarios de la Sociedad Patriótica, llevados por Monteagudo y Julián Álvarez Paso.

Rivadavia y Juan Martín de Pueyrredón se habían ocultado y hubo exaltados que a la casa de este último le apedrearon las ventanas. Los morenistas acusaban a Pueyrredón de haberse quedado con parte de los caudales rescatados en Huaqui y de jugar a dos puntas, tanto saavedrista como morenista.

Era como si el tiempo se hubiese vuelto a mayo de 1810, como para empezar de nuevo. En la plaza se pedía que se declarara la independencia y que se dictara una constitución. Fue un tema de debate dentro de la logia, pues ¿debía seguir presionando de esa manera?, ya que su programa de acción era una medida extrema.

El Cabildo consultó a los jefes militares, quienes se negaron a opinar y dijeron que respaldarían lo que decidiese el pueblo. Como la indecisión era notoria en el gobierno, los jefes militares propusieron los nombres de los miembros de la Logia Lautaro, Antonio Álvarez Jonte y Nicolás Rodríguez Peña y se completó el trinomio con Paso.

Vientos de cambio

 “¡No perdamos más tiempo!, exigió San Martín al Cabildo, les advirtió que el clima se tornaría más hostil y había que terminar con esta situación de indecisión y se retiró.

El Cabildo terminó cediendo y así surgió el Segundo Triunvirato. Nuevos vientos soplarían en el Río de la Plata en enero del año siguiente, comenzaría a sesionar la Asamblea del Año XIII.

San Martín fue designado para custodiar las riberas del Río Paraná y Belgrano recibió la orden de avanzar hacia el Alto Perú y se harían operaciones militares contra la Banda Oriental, enclave de los españoles en el Río de la Plata.

El 17 de octubre de 1812 llegaron la ciudad las banderas tomadas a los españoles en la batalla de Tucumán y todo fue un festejo en la ciudad.

Tras la entrevista con Bolívar en Guayaquil, San Martín sufrió persecución.

Mala relación

La relación entre San Martín y Rivadavia, si era mala, sería aún peor. Cuando, en plena campaña libertadora, pidió fondos y ayuda, en Buenos Aires, Bernardino Rivadavia se los negó.

El militar había hecho oídos sordos a los pedidos del gobierno porteño de regresar para involucrarse en la guerra contra los caudillos del interior.

Cuando luego de la entrevista en Guayaquil se retiró de escena y volvió a Mendoza, hasta le pusieron espías y hubo planes para matarlo si pretendía volver para ver a su moribunda esposa.

Luego de aquel 8 de octubre de 1812, San Martín saldría con su flamante cuerpo de Granaderos a Caballo hacia las costas del Río Paraná y en pocos meses tuvo el bautismo de fuego en San Lorenzo.

La Revolución, ahora sí, estaba en marcha.

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Fuente: Infobae

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