[Historias] San Martín y el cruce de los Andes: ¿Se inspiró el Libertador en un plan inglés anterior?

El misterio y las sorprendentes similitudes entre la Campaña del Libertador General San Martín con un plan inglés de 1800. Salió a la luz gracias al sorprendente hallazgo que Rodolfo Terragno realizó en 1981.

Escribe: JULIO A. BENITEZ – benitezjulioalberto@gmail.com

En 1981, en archivos escoceses, se descubrió un documento de un plan británico elaborado por el exsoldado y gobernador colonial británico de Malta, además diputado que falleció con el grado de Teniente General Honorable, Sir Thomas Maitland (1760/1824), para apoderarse de las colonias españolas en América.

Al comprobarse las semejanzas con el cruce de Los Andes, se dispararon interrogantes… ¿Pudo San Martín conocer ese plan? Dudas y certezas que estuvieron ocultas por 184 años.   

El sábado 14 de setiembre de 1811, José de San Martín se embarcó en Lisboa hacia Londres, ciudad que concentraba a las principales personalidades que buscaban la independencia de América.

El diplomático inglés en España, Sir Charles Stuart, fue quien le otorgó el pasaporte luego de que las autoridades militares accedieran a su pedido de irse de baja para atender asuntos privados en Lima.

Su amigo James MacDuff, conocido en España como Lord Mcduff, le había dado cartas de recomendación y letras de cambio a su favor, que nunca usó.

Nunca más volvería a ver a su madre Gregoria Matorras, quien moriría el 28 de marzo de 1813 y tampoco lo haría con sus hermanos Juan Fermín, que vivía en Manila, y a Manuel Tadeo, que en 1812 cayó prisionero de los franceses en la defensa de Valencia, pero se reencontraría con Justo Rufino y María Elena cuando emprendiese su exilio.

Vivió en Inglaterra cuatro meses, donde se encontró con Carlos María de Alvear, Matías Zapiola, Tomás Guido y Manuel Moreno, hermano de Mariano, muerto en alta mar en marzo de ese año.

Entabló relaciones con el venezolano Andrés Bello, el mexicano Servando Teresa Mier y el chileno Bernardo O’Higgins, entre otros, cuando ya estaban en marcha logias secretas, tanto en ese país como en España, que perseguían un objetivo en común: La liberación de América del dominio español.

Se alojó en el 28 Grafton Street, en una casa de cuatro pisos y fue allí, en Londres, donde adquirió, de segunda mano, su mítico sable corvo. Y, con un plan en su cabeza, zarpó, junto a otros americanos, hacia el Río de la Plata, el 19 de enero de 1812, en la fragata George Canning. Llegaron a Buenos Aires el 9 de marzo.

La incógnita que persiste es si había tenido conocimiento del plan inglés, elaborado hacia el 1800, de apoderarse de las colonias españolas de América, controlar Buenos Aires, hacer fuerte en Mendoza, cruzar Los Andes, liberar a Chile, establecer allí una base naval y por mar conquistar el Callao y apoderarse de Lima y México. Salvo lo de este último país, es casi un calco de lo que llevaría adelante San Martín quince años después.

El plan inglés

Su autor, como vimos al principio de esta nota, fue el militar escocés Thomas Maitland, y salió a la luz gracias al sorprendente hallazgo que Rodolfo Terragno realizó en 1981, revisando archivos en ese país cuando buscaba datos de James Duff, cuarto conde de Fife, y su relación con el Libertador. Este documento se transformó en el libro “Maitland & San Martín”.

En la colección “Steel-Maitland”, el abogado, historiador y periodista argentino halló un manuscrito de 47 hojas titulado “Plan para capturar Buenos Aires y Chile y luego emancipar Perú y México”. La probable fecha del documento es de entre 1800 y 1803.

Se usaría el Cabo de Buena Esperanza (Sur de África) como base de operaciones de la flota para controlar Montevideo y Buenos Aires, hacerse fuerte en Mendoza, cruzar Los Andes, coordinar un ejército en Chile y derrotar a los españoles en ese país y dirigirse luego por mar a Perú y liberarlo.

Esa expedición de Mitland debería partir en mayo para entrar en acción a fines de julio, para evitar las fuertes lluvias y atacar Buenos Aires con 4000 infantes, 1500 hombres de caballería desmontada y artillería.

Calculó que el cruce de Los Andes demoraría entre cinco y seis días y consideraba que, si se dominaba Chile, el Perú quedaría expuesto a ser tomado y en caso de que las fuerzas británicas se vieran comprometidas, debían dirigirse al río Bío-Bío y obtener refuerzos con los indígenas, que estaban enfrentados con los españoles.

Fue por 1799 cuando Maitland habría propuesto mano a la obra, en tiempos en que gobernaba William Pitt “el joven”, apodo que se ganó porque tenía 24 años cuando asumió por primera vez en 1783.

Además, era una forma de diferenciarse de su papá, William Pitt “el viejo” y como Inglaterra y España estaban en guerra, Gran Bretaña sintió la necesidad de expandirse, cuando perdió las colonias del norte en América y temía el poder expansionista de Bonaparte.

Una importante fuente de datos sobre cómo eran las colonias y los pasos cordilleranos los proveyeron algunos jesuitas –que tenían la sangre en el ojo por haber sido expulsados de América en 1767–, sir John Cox Hippisley, un peruano Juan Pablo Viscardo y el mendocino Juan José Godoy, quienes se ofrecieron para integrar la futura expedición inglesa.

Hippisley le pasó los datos a Maitland y le pidió que elaborase un plan preliminar, sugiriéndole formar un ejército de 10 mil hombres, con regimientos de la India y por una flota de la Compañía de las Islas Orientales.

Idas y vueltas

Este proyecto habría sido realizado unos cuatro años antes, por Nicholas Vansittart, miembro del parlamento, allegado al secretario de Guerra Henry Dundas, quien proponía que, tomado Buenos Aires, ir navegando al Cabo de Hornos pasar al Pacífico libertar a Chile y Perú.

Maitland tendría en su poder informes sobre el clima de la región, revelados por la expedición de Jean Francois de la Pérouse en 1788.  Se establecería una base naval en Chile, desde donde saldrían buques para capturar El Callao y Lima. Este plan fue cancelado en 1797.

El gobierno cayó el 3 de febrero de 1801 y el plan fue archivado, ya que el primer ministro Pitt renunció en febrero de 1804, cuando el rey Jorge III se opuso al proyecto de unificar Inglaterra con Irlanda, dando libertad de culto a los católicos. Para colmo, Dundas fue sometido a un proceso en el que se lo investigó por una supuesta apropiación de dineros públicos.

Pero, como la política también interviene, William Pitt volvió al gobierno y no hubo tiempo de prestarle atención a las colonias españolas, ya que el predominio de Napoleón en Europa concentraba toda la atención y no permitía distracción alguna.

Y el 12 de octubre de 1804, Dundas se reunió con Pitt, acompañado por sir Home Riggs Popham – uno de los protagonistas del plan de las futuras invasiones inglesas a Buenos Aires- a fin de pedirle apoyo para dicha invasión. Luego de estudiar este nuevo proyecto, todo quedó en la nada por el fallecimiento del ministro Pitt.

La idea de San Martín

En definitiva, estos planes tenían un monumental parecido al cruce de Los Andes realizado luego por San Martín, quien podría haber tenido acceso a estos documentos por las relaciones que mantenía con varios británicos, entre ellos con James Duff, con quien se conocieron en España.

Además, San Martín peleó en la batalla de Albuera y en el sitio de Badajoz, bajo las órdenes de William Carr Beresford, quien en 1806 conquistaría Buenos Aires.

Otro de los colaboradores fue el argentino James Paroissien, quien con estudios inconclusos de medicina y química, viajó a Buenos Aires cuando se enteró de que los ingleses la habían tomado y recibió en 1812 la ciudadanía otorgada por el Segundo Triunvirato.

Cuando San Martín viajó a Londres, comenzando su exilio, se instaló en el 12 Park Place, que estaba alquilada por un sobrino de Paroissien, donde hay una placa que recuerda que el Libertador vivió allí.

San Martín, para preparar el cruce de los Andes, contó con ayuda del irlandés John Thomond O’Brien y con William Miller, un veterano de Waterloo y con el escocés John Parish Robertson.

Con quien terminó mal fue con otro escocés, Alexander Thomas Cochrane, que estuvo al mando de la flota que partió de Chile y luego de cobrar dinero que le entregó San Martín para pagar sueldos a las tripulaciones, lo abandonó, y se dedicó a difamarlo.

El historiador Félix Luna remarcó que “San Martín fue un gran estratega y si se inspiró en el Plan Maitland, no fue por incapacidad, sino, por lo contrario, tomó seriamente la empresa que emprendió y hubiera incurrido en una imperdonable negligencia si antes de venir a Sud América, hubiese desperdiciado las oportunidades que tuvo de conocer las iniciativas de otros estrategas”.

Sir Arthur Wellesley, duque de Welington, que combatió en España, pudo haberlo conocido a San Martín en los tiempos de la guerra napoleónica, ya que opinó que “el único modo de arrancarle las colonias a la corona de España es por una revolución y con el establecimiento de un gobierno independiente dentro de ellas”, tal como rescata Terragno en su libro.

Que el plan haya estado en conocimiento de San Martín, o no, no le quita ningún mérito a su inédita campaña militar de cruzar el macizo andino, liberar Chile y luego a Perú, una hazaña que no estaba en los papeles de nadie.

También podés ver:

Fuentes: Maitland & San Martín de Rodolfo Terragno; San Martín y los británicos, de Rosendo Fraga; San Martín de Patricia Pascquali; Bicentenario de la batalla de Maipú –  Ideario Sanmartiniano – upcndigital.org.

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