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La cultura de la cancelación
Escribe: Cristina Pablos
Apelando a su frondosa imaginación e ingenio para inventar nombres, poner rótulos y hacer “adaptaciones” en el idioma, ahora los kirchneristas le han puesto un nombre más “cool” al odio: la cultura de la cancelación.
Todo lo que es objeto de odio-aun “persones”- deben ser “canceladas”. Cancelar, según el diccionario de la RAE, significa: anular, extinguir (una deuda, por ej.). Aplicado a una persona ¿cómo se interpreta? El sinónimo sería ¿desaparecer?
Otra manía K es la de “adaptar” el idioma de Cervantes, una de las lenguas más ricas del mundo, a tal punto que, para expresar determinado objeto o situación existen hasta 2 ó 3 términos distintos.
Me han dicho (no pertenezco al Anses) que hay carteles, en algunas reparticiones, con indicaciones a “les jubilades tal o cual “cose”. ¡A nosotros, los adultos mayores, nos quieren tratar de cambiar nuestra forma de hablar!
No sean ingenuos pero, si quieren ser “inclusives”, enséñenles a sus empleados el lenguaje de señas, de paso no discriminan. Los que hemos sido docentes y respetamos a rajatabla el buen hablar, nos sentimos ajenos y no adoptaremos tales cambios.
¡Me imagino cómo se sentirán los profesores de Lengua que insistían tanto con las reglas gramaticales! A menos que sean kirchneristas, claro.
El odio, como el amor, son sentimientos muy profundos, no es bueno jugar con ellos. El odio es malo porque envenena, pero no a la persona odiada, sino al odiador. Cuídense.
Reitero lo que escribí en otra nota: Argentinos estemos atentos porque, cuando dijeron “Vamos por todo”, fue la única vez que no mintieron.