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[Manejá bien] Sabemos manejar un vehículo, pero cada día conducimos peor
Escribe: Roberto Alassia
Si bien es cierto que el grueso de los argentinos sabemos manejar por cuanto hacemos los mínimos movimientos para el desplazamiento de un vehículo y por lo cual nos aprueban a veces hasta aceleradamente el carnet de conducir, en realidad, conducimos muy mal, diría de manera aterradora.
Cometemos las mayores atrocidades detrás de un volante. Adelantamos a cualquier vehículo por cualquier lugar, no respetamos nuestro carril de acuerdo a la velocidad que traemos si venimos rápidos o lentos.
Cuando superamos correctamente al vehículo que nos precede por la izquierda, muchas veces nos cerramos de golpe hacia la derecha sin poner luz de giro.
Eso también es señal de mala conducción, que no hay que confundir con manejar, acción de hacer girar la llave de ignición del motor para ponerlo en acción, apretar el embrague, poner la primera marcha y si el auto no es automático, vamos largando despaciosamente el embrague, mientras al mismo ritmo vamos acelerando y así empezamos a circular, creyendo que ya está.
Es ahí donde viene la gran confusión del grueso de los conductores. “Yo sé manejar”, manifestamos. Error. Lo que no se reconoce, es que “conduzco mal”.
A esa mala acción de conducir en estos tiempos debemos sumarle, la aparición del celular, que incrementa la distracción en el manejo, sumado a la infelicidad del grueso de los conductores, por la acción que el mundo está padeciendo en general, que lo hace estar muy distante de la acción de conducir acertadamente y con la responsabilidad que la acción exige para el desplazamiento acertado de cualquier vehículo, desde la bicicleta hasta un automóvil, pasando por las motos, por las calles de cualquier ciudad o localidad.
El alto índice de siniestralidad habla a las claras de que nuestras autoridades tendrán que ponerse a trabajar en cambiar parte de las leyes que rigen la conducción de vehículos en Argentina prácticamente desde los años cuarenta.
Con multas no se arregla la cuestión. El tema pasa por educar y concientizar al conductor que el vehículo es para brindar satisfacción a su propietario y familia, no un arma con la que se puede llegar a matar, complicando a todo un grupo, por más aseguradora que lo respalde.