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[Miradas] Peronismo y sindicalismo: ¿Quién le pone el cascabel al gato?
Han pasado casi 40 años desde que la clase obrera se volcó masivamente al peronismo y no parece que la situación vaya a cambiar.
Escribe: Cristina Pablos
Entre 1943 y 1946 el movimiento obrero tuvo, en esta etapa, un papel activo y primordial dialogando con Perón con escasa experiencia en el plano laboral, aunque esperaba colectar allí gran apoyo.
Los dirigentes sindicales nutrieron la nueva coalición con ideas, programas y lenguaje elaborados tras larga experiencia política. Los objetivos de Perón eran diferentes porque planteaba integrar los sindicatos a una coalición política y social más amplia.
Sin embargo, ninguna de las dos partes logró lo que se proponía y el peronismo terminó por resultar un híbrido inédito: un movimiento de base popular dirigido por un militar peronista.
La política peronista respecto de los sindicatos era dual: coacción moderada y grandes concesiones a los menos militantes.

En 1949 se plasmó la declaración de los Derechos de los Trabajadores, formulada por el presidente Perón en 1947, que sintetizaba 10 derechos básicos: derecho al trabajo, a una justa retribución, a la capacitación, a condiciones dignas, a la salud, al bienestar, a la seguridad, etc.
Perón impulsó la sindicalización de los trabajadores y los sindicatos se convirtieron en una fuerza que fue clave durante 1946 y 1955.
Perón promovió las convenciones colectivas, creó el Estatuto del Peón de Campo, estableció tribunales de trabajo, extendió la jubilación a los empleados de Comercio.
Los sindicatos lograron un importante poder político (que aún conservan), económico y social.
La influencia sindical le dio al peronismo un fuerte componente popular y de clase. Antes del fin de la última dictadura militar (1983) sindicalismo y peronismo crearon un vínculo perdurable que se ha convertido en un clásico.
Sindicatos y gremios son palabras habituales para designar a las organizaciones de los trabajadores con el fin de representar colectivamente los intereses de la clase obrera. Los gremios han evolucionado hacia los sindicatos que son organizaciones jurídicas constituidas.

El término Paro General no significa solo “abandono de tareas laborales” sino que hay que agregar movilización, protestas, piquetes y, últimamente, enfrentamientos y destrozos.
Las pérdidas para el país del último paro, 10 de abril, le significan 194 millones de dólares o $ 208.497; un 0,3 % del PBI.
Nadie quiere sindicalistas ricos (Daer gana $13.000.000, sin trabajar) y trabajadores pobres con dirigentes que se eternizan en el poder.
Pero… ¿quién le pone el cascabel al gato? ¿Y si prueban con el diálogo? Pero con un diálogo sincero, no para la tribuna.

