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Abejas artificiales: ¿una alternativa para salvar la polinización?
Mientras el mundo se queda sin polinizadores naturales, la tecnología intenta crear abejas artificiales.
Podría parecer exagerado, pero las abejas artificiales son una de las tantas formas de ayudar a equilibrar el rol de la naturaleza. Ante el exterminio de miles de especies por el masivo desarrollo de las actividades humanas, el medioambiente ha llegado al punto en el que necesita de nuestra ayuda para recuperarse y sobrevivir.
Recientemente un estudio de WWF anunció que el mundo ha perdido el 68% de su biodiversidad en poco menos de 50 años. Esta es una situación alarmante y más considerando que somos una especie que sobrevive de los recursos y mecanismos de la Tierra.
Año con año el porcentaje de pérdida de biodiversidad aumenta. A pesar de vivir diariamente los efectos del desequilibrio ambiental, hemos hecho muy poco como sociedad. Sin embargo, la ciencia ha intentado hacer un poco más para no caer ante un panorama irreversible.
Primero, la iniciativa de distintos científicos la cual busca restaurar los ecosistemas dañados. Un proyecto que impulsa la disminución del consumo, la inversión en la naturaleza y el rescate de las zonas naturales en explotación.
En segundo lugar, la ciencia propuso la creación de las abejas artificiales. Bajo la premisa que estos seres son esenciales para la polinización de flores y alimentos, se busca crear un proceso de polinización artificial a través de insectos tecnológicos.
La lenta y constante pérdida de las abejas
A simple vista entendemos la urgencia de mantener la polinización activa, pues de este proceso depende más de la mitad de la producción de alimento a nivel mundial. Sin embargo, el colapso de las colonias de abejas no es algo que se deba permitir por el simple hecho de que nos funcionan para sobrevivir.
Desde hace unos 15 años la población de estos insectos comenzó a disminuir. La principal razón es la pérdida de hábitat y el uso de pesticidas en los campos. No obstante, en lugar de proteger el ecosistema en el que se desenvuelven las abejas se intenta imitar su trabajo.
Hay una verdad tajante que rodea a las abejas: no podemos vivir sin ellas. Adaptarnos a estar sin la naturaleza no es una forma de vida que pueda ser saludable para el planeta o para nosotros. Necesitamos de la naturaleza para encontrar equilibrio y esencia.
Estos animales robotizados no contarán con ese instinto que permite no sólo polinizar, sino elegir los mejores árboles o flores e incluso aprovechar el ritmo de las estaciones, entre otras cosas. Desde esta visión podemos entender que no hay nada más extraordinario que la naturaleza en esencia.
Abejas artificiales ¿una opción a la extinción?
En definitiva, la extinción de las abejas no es algo que debamos permitir. Recuperar los ecosistemas y administrar el uso de los pesticidas es clave para salvar la presencia de estos insectos polinizadores. Sin embargo, expertos en tecnología optaron por desarrollar abejas artificiales que podrían suplir el rol de las abejas en la polinización.
De acuerdo con el tecnólogo de material de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, Ola Gjonnes Grendal, el desarrollo de los materiales piezoeléctricos permite crear un motor tan pequeño y eficiente que imitaría la forma de las abejas. Lo que necesitaría para desarrollar el proyecto es una fuente de energía como una batería, algún tipo de chasis que mantenga todo unido y accesorios que transmitan los movimientos a los músculos de la abeja artificial.
Aunque estos robots de polinización artificial podrían ayudar, la realidad es que falta mucho para que su mecanismo sea funcional. Además, hay una gran desventaja para las abejas artificiales: la falta de instinto natural.
Estos animales robotizados no contarán con ese instinto que permite no sólo polinizar, sino elegir los mejores árboles o flores e incluso aprovechar el ritmo de las estaciones, entre otras cosas. Desde esta visión podemos entender que no hay nada más extraordinario que la naturaleza en esencia.
Podremos imitar tantos animales como sea posible, pero la realidad es que somos seres irrepetibles. Estamos compuestos por mecanismos complejos y maravillosos. Por esta razón creemos que las abejas artificiales podrán ser tecnológicamente disruptivas, pero nunca naturalmente prodigiosas.
Fuente: ecoosfera.com