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[Argentinadas] Hijos del rigor: Con el agua al cuello, pero sin que algo cambie
Escribe: Raquel Baratelli
Hoy allá, ayer por acá y mañana seguiremos igual, chicos.
Es que las lluvias torrenciales, otrora esporádicas, llegan cada vez más seguido y las ciudades cada vez más cementicias, menos absorbentes y más sucias, viste.
Que se trancan los desagües, dicen, que la gente usurpa terrenos inundables, que las autoridades no pueden sacarlos porque se les vienen con el tema de los derechos, que hay desmontes ilegales, que los desarrollistas de urbanizaciones no respetan las normas…
En fin, un sinnúmero de verdades a medias que no causan, por sí solas el problemón de las inundaciones, ni la tragedia “aparentemente inevitable” resultante de “fenómenos naturales” repentinos.
Pero resulta que recién cuando hay miles de personas que perdieron todo, bajo el agua que les cayó del cielo y que permanecerán días y días pasados por agua, buscando familiares, mascotas e intentando recuperar alguna pertenencia, además de la calma, recién ahí, aparecen los análisis de situación, que ponen blanco sobre negro sobre la negligencia de quienes autorizan la proliferación de barrios, calles y ocupación de suelos que topográfica e hidrológicamente no son aptos, quienes, a lo largo de la historia, a la hora de realizar obras de infraestructura se mueven por los votos.

Por otro lado, nadie piensa tampoco en la educación para la prevención y redes de contención ante riesgos de desastres, ni en asumir acciones de mitigación del daño ambiental, o de reparación de errores anteriores.
Con el agua al cuello, chicos, no es posible planificar otra cosa más que medidas urgentes de socorro de las víctimas
La implementación tardía de las ayudas que siempre serán insuficientes, como los aportes solidarios de fundaciones y civiles que acuden al socorro de sus conciudadanos con lo que consiguen, dan cuenta de la ausencia absoluta del Estado en la planificación del crecimiento de las ciudades, falta de organización y desconocimiento pleno de estudios de suelo necesarios para el trazado seguro de las urbes.
En cada evento natural inesperado salen a la luz la irresponsabilidad de gobernantes de ayer y de hoy, que no tienen la voluntad de asumir de una vez la tarea de ordenar, organizar y reorganizar hacia un futuro sustentable.
Con el agua al cuello, chicos, no es posible planificar otra cosa más que medidas urgentes de socorro de las víctimas.
Lamentablemente, la experiencia nos dice que cuando las aguas bajen y la inundación deje de ser noticia, nada habrá cambiado.
