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[Bolivia en crisis] Evo Morales y su negación a dar un paso al costado

El miércoles Bolivia sorprendió con un intento de golpe de Estado. Si bien en un primer momento el gobierno de Luis Arce logró el apoyo completo del MAS y de la oposición, pasadas las horas ese respaldo comenzó a resquebrajarse. Con la pelea entre “evistas” y “arcistas” de fondo, el país tiene un gobierno cada vez más débil.

Escribe: Lic. Natalia Pettinari (Analista de política internacional)

La interna dentro del Movimiento al Socialismo (MAS) está marcando la política boliviana en estos últimos años. El partido transita una lucha intestina que lo ha dividido en dos: los seguidores del expresidente Evo Morales (Evistas) y los del actual Luis Arce (Arcistas).

En este contexto, días atrás se produjo un intento de golpe de Estado que fue acallado en unas horas. ¿Existe algún tipo de relación entre ambos hechos? ¿Fue realmente un golpe o un “autogolpe” como acusan algunos sectores?

El trasfondo de lo ocurrido este miércoles está directamente relacionado con las próximas elecciones presidenciales de 2025 donde los dos líderes buscan competir por el máximo cargo político.

Han trabajado juntos desde 2006 cuando Evo se convirtió en el primer presidente de ascendencia aimara en la historia de su país. Arce fue su ministro de Economía hasta que por problemas de salud tuvo que renunciar en 2017. Se hizo conocido como el artífice del “milagro boliviano”.

La constitución de Bolivia admite solo dos mandatos consecutivos de cinco años. Aunque a Morales se le había concedido un tercer período como una excepción. Un fallo del Tribunal Constitucional le permitió presentarse nuevamente en 2014. Se consideró exceptuar a su primer gobierno, ya que en 2009 el país fue “refundado como Estado Plurinacional”. Sin embargo, a su criterio no fue suficiente y buscó un cuarto mandato, intentando perpetuarse.

El inicio del declive

El inicio del declive del liderazgo de Evo se produjo justo diez años después de asumir y tuvo un momento clave: el referéndum de 2016 que consultó a los bolivianos si estaban de acuerdo con modificar la Constitución para que se postulara de nuevo en los comicios presidenciales de 2019.

Los bolivianos le dijeron «No». Con el 99,7 por ciento de los votos escrutados, el «No» ganaba con el 51,3 frente al 48,7 por ciento del «Sí». Utilizando la Justicia, Evo hizo caso omiso y fue por un nuevo mandato.

Esta ambición de poder del líder cocalero es la que guía sus pasos ignorando a la democracia y sus instituciones. En noviembre de 2019, después de 21 días de protestas, se vio obligado a renunciar a su cuarto mandato.

En una acusación liderada por la OEA se consideró que Evo había cometido fraude electoral en las elecciones generales de octubre. Actualmente, la interpretación de lo ocurrido divide al país: una parte lo considera un alzamiento espontáneo y otra, un golpe de Estado digitado por la oposición y Estados Unidos.

El terrible desempeño de la oposición liderada por Jeanine Áñez que gobernó durante un año, la dejó muy debilitada y quedó asociada a un autoritarismo corrupto e ineficaz y ahora se le dificulta encontrar nuevos referentes.

Como afirma el especialista Pablo Stefanoni, “la base electoral alrededor del MAS sigue siendo fuerte” sumado a que “la experiencia de Áñez funciona como una «dosis de recuerdo» para los movimientos sociales e indígenas”. La expresidenta cumple actualmente una pena de diez años de prisión.

Es esta base electoral fuerte la que le permite a Luis Arce Catacora ganar la presidencia en 2020 con más del 55 por ciento de los votos. El día después de la asunción del exministro de Economía, Morales regresó a su país luego de casi un año de exilio. Lo hizo acompañado de Álvaro García Linera, su vicepresidente durante sus casi 14 años en el poder, y varios de sus exministros. Fue el inicio de la confrontación entre ambos líderes.

La ruptura

Desde su regreso, Evo buscó manejar las riendas del poder como si nunca lo hubiera dejado. Pero Arce se mostró muy firme, y lentamente fue sacando del círculo de poder a figuras claves del evismo.

La ruptura quedó finalmente expuesta en septiembre de 2023, cuando el exmandatario anunció que iría nuevamente en busca de la presidencia. De esta manera, Evo se enfrentó públicamente a Arce, quien se prevé que también busque la reelección.

Esta fractura del bloque le presenta serias dificultades al presidente que intenta gobernar en medio de una importante crisis económica. Bolivia se encuentra sin reservas de gas, con falta de combustibles y escasez de divisas.

Esto ha generado importantes movilizaciones sindicales por las cuales Arce responsabiliza abiertamente a Morales. La pugna política se trasladó al Congreso, donde el presidente perdió la mayoría producto de la escisión del MAS.

Es en este contexto que se dio un intento de golpe de Estado del cual muchos dudan. ¿Por qué? Porque el principal beneficiario de este levantamiento es el debilitado gobierno de Luis Arce, quien rápidamente pudo aglutinar el apoyo de todos los sectores del país ante la amenaza al sistema democrático. Un respaldo que inicialmente incluyó al propio Evo y a dos opositores convictos: Áñez y Luis Fernando Camacho.

No obstante, casi instantáneamente comenzaron las dudas sobre si acaso el incidente no fue un “autogolpe” gestado por el mismo gobierno. Se desconfía de la tranquilidad de Arce y sus ministros y de que la movilización militar no se haya extendido al resto del país.

También se considera que el clima que se vivió en la plaza Murillo, frente a los palacios de Gobierno, fue de relativa calma, con ministros dando vueltas y canales de televisión transmitiendo en vivo.

Un dato no menor es que desde las presidencias de Evo Morales, las Fuerzas Armadas han sido uno de los principales aliados del Gobierno, lo cual continúa con Arce.

Luego de su inicial apoyo, el viernes el exmandatario comenzó a cuestionar el levantamiento y expresó: “Qué clase de golpe será pues. Empieza el golpe, los ministros estaban felices paseando en la plaza Murillo, tocando las tanquetas… un golpe de Estado con cero heridos, cero disparos, cero muertos”.

¿Un autogolpe?

Esa fue una hipótesis que plantó el mismo golpista antes de ser detenido. El general Juan José Zúñiga, que entró a la plaza Murillo con más de 200 efectivos y tanquetas, sugirió que fue un “autogolpe”.

Dos días antes dio una entrevista -para la que no estaba autorizado- y realizó incendiarias declaraciones en contra de Morales. Hasta entonces, la relación entre Zúñiga y Arce había sido muy buena. Luego el presidente lo despidió. Se presume que eso fue el motivo de la insurrección.

Apenas han pasado unos días de los acontecimientos que han dejado en claro que, tanto el pueblo boliviano como la mayoría de los países de América Latina, se encolumnan detrás de la democracia, lo cual no es poca cosa.

En una entrevista publicada este sábado, Arce cambió el foco de la discusión sobre el “autogolpe” y abrió un nuevo frente afirmando que “detrás de un golpe siempre hay intereses económicos y Bolivia es la primera reserva mundial de litio”.

El gobierno de Luis Arce Catacora está atravesando un grave período de crisis política, económica e institucional. El presidente todavía tiene que completar más de un año para llegar al final de su mandato.

Tendrá grandes desafíos hasta entonces y también si busca la reelección. Con Evo Morales enfrente y dispuesto a todo no le será fácil. Aunque tampoco imposible.

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