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[El Deschave] Milei, Massa y sus candidatos a vice: Retroceder hacia la época de piedras
Escribe: Miguel Andreis
Este miércoles 8, la pantalla de TN volvió a mostrar un nuevo debate entre los candidatos presidenciales. En este caso, los vice. Victoria Villarruel en representación de La Libertad Avanza, es decir la fuerza que encabeza Javier Milei -ya no decimos conduce, porque le quitaron el volante- y en contrapartida el “Chivo” Agustín Rossi, segundo hombre del Massismo.
Cuesta, al menos a quien firma esta nota no solo comprender cómo es que tanta mediocridad pueda llegar a estas instancias. Queda claro que los argentinos no comprendamos que cualquiera de ambos, nos indicaron, no sin orgullo, que cada quien, con su impronta vacía de contenidos y enalteciendo la falacia, lo único real que nos demostraron es que ambos nos están condenándonos a cuarenta años de atraso.
Lo de anoche fue pasmoso. Rossi, contándonos una historia que le escapa a la realidad. Tergiversó lo que pudo y lo que no pudo también. Es decir, todo lo dicho. Nadie ignora que este hombre que pasó por distintas funciones, exaltando que su único mérito fue la lealtad a la fermentación de una nación que está siendo comida por los gusanos. Sus defensas se volvieron patéticas.
Villarruel, con su posicionamiento de francotiradora, no habló de futuro, sino de pasado. ¡Y qué pasado! En el fondo desconoce “El terrorismo de Estado”. El genocidio displicentemente tratado y, empantanarse en la retórica si se trataron de 10.000, 20.000 o 30.000 los desaparecidos, a esta altura no cambia demasiado. 10 mil ya es un espanto de muertes. Una atrocidad.
Es verdad que hay asesinos impunes, como ella afirma, pero quienes están aún detrás de las rejas, de inocentes no tienen nada. Habrá que abrir un paréntesis con una continuación de “El nunca más” y hacer que se haga justicia con los que también violaron la democracia.
La pretensión de la candidata a vice, el de negar los hechos que no se pueden obviar, eso no los vuelve cándidos ni víctimas de la obediencia debida. La negación como herramienta de dilación.
Camino a la autocracia
Ambos no dejaron mensajes alentadores. En fin, ni el fundamentalismo, de un lado y otro, y la falsedad como palabra sagrada nunca dejan otra cosa que un amargo sabor. Temeroso sabor.
Adelantar quién podría ser el ganador, en este contexto y con tantas triquiñuelas dispuestas a ser operadas, no es alentador. Para cualquier humano, sin importar el idioma ni la geografía, retroceder 40 años suena a espanto. La vida no se recupera más.
Ambos, ella y él, por encima de cuestionamientos de libretos, en una ensalada de chicanas son lamentables. No menos que lo que serán el próximo domingo.
Sergio Massa, el más pertinaz y falso candidato que debe haber tenido la historia de Argentina. Quien será recordado sin honores, entre otros miles desvaríos en haber puesto en marcha la campaña política más costosa del mundo con menos réditos para la sociedad.
Milei, por su parte, un mediocre disrruptor amateur en política, a quien tratan de encontrar la dosis justa de pastilla para que no enloquezca el domingo o se quede dormido. Momificado. Volverán a poner a la sociedad frente a la pantalla. ¿Nos gusta como pueblo que nos mientan?
Los dos están usando esta democracia representativa, anémica y gastada, para hacernos creer que somos importantes con un voto en la mano. Una burla masificada que nos empeñamos en conceptuar como una salida. No sirve.
Repasemos, lo que buscan ambos, unos con un color, otros con variantes, es seguir usándola. La definición luego de lo visto es muy simple, van camino a la “Autocracia”, intentando llevar a un geriátrico a este sistema perimido, donde la República pierde su fisonomía, donde ya no habrá poderes independientes.
La corrupción y la impunidad se multiplicará. Es decir, vamos camino a una monarquía con otra cacofonía. No puedo dejar de pensar que a nuestros hijos les llevará otros cuarenta o más años, volver a recuperar los valores que nos robaron las dictaduras, pero también muy especialmente los gobiernos de una democracia dibujada con tinta de agua…
Ya no importa quién gane, sino quiénes aguanten o aguantemos en silencio. Inertes. Subyugados y vencidos… estamos caminando hacia el ayer… y no queremos darnos cuenta.