[Historias] El colectivo más lujoso del mundo que atravesaba el desierto en Medio Oriente

Este impresionante autobús, que parece sacado de una película de Mad Max, fue en su momento el más grande y lujoso del mundo. Surcaba el desierto sirio ofreciendo un viaje con todas las comodidades posibles, incluyendo hasta una cocina.

Apodado «Cruzar el desierto en un sillón», este vehículo combinaba la robustez necesaria para atravesar terrenos inhóspitos con el lujo y confort de un salón rodante. Su diseño y características lo convirtieron en una auténtica maravilla del transporte de su época.

La propuesta de la Nairn Transport Company en los años 30 era descaradamente soberbia, pero también muy real. Este camión de 25 metros cuyo remolque era un autobús, con cocina y baño incluidos, unía Damasco con Bagdad, cruzando uno de los desiertos más inhóspitos del mundo mientras sus 40 pasajeros gozaban de un lujo similar al del Orient Express.

Bien podría haber sido imaginado por uno de los diseñadores de ‘Mad Max’, pero fue el apogeo y la consagración para los hermanos Nairn, dos neozelandeses que abrieron camino -literalmente- en el transporte de personas y del correo en Oriente Próximo.

Fueron también pioneros en proponer unos servicios, como el aire acondicionado, que nadie podía ni siquiera imaginar todavía en un autobús.

Los comienzos

A principios del Siglo XX, la mayoría del transporte en la región que alberga hoy Israel, Siria o Iraq se hacía todavía esencialmente con camellos y carruajes tirados por caballos. Bajo control del Reino Unido y de Francia, las comunicaciones y las infraestructuras brillaban por su ausencia.

Tras abandonar su Nueva Zelanda natal y servir en el ejército británico durante la Primera Guerra Mundial, Gerald y Norman Nairn, decidieron montar un negocio de venta y reparación de coches en Beirut gracias a un inversor local.

El problema es que, en 1919, ver un coche en esa región, era poco más que ciencia ficción. Los pocos coches que había estaban sometidos a auténticas torturas (casi que no había carreteras, sino pistas de tierra y roca), mientras que quienes poseían un coche tampoco estaban muy puestos en su mantenimiento, ni había suficientes mecánicos para arreglarlos.

Al cabo de un año, era evidente que el negocio no era tan rentable como esperaban y tenían que hacer algo para salvar la empresa. Utilizaron entonces lo que tenían a mano para generar ingresos, los coches, y ofrecieron servicios de transporte de paquetería y pasajeros de Beirut a Haifa.

Un préstamo así como la ayuda inesperada del cónsul británico en Damasco y de un jeque local, Ibn Bassim, les permitieron seguir y sentar las bases de lo que sería su ruta estrella.

El cónsul les preguntó por la posibilidad de cruzar el desierto sirio en coche y unir Damasco, bajo control francés y conectada al Mar Mediterráneo vía Beirut (también bajo control francés), con Bagdad, administrada por los británicos.

La idea era reducir el tiempo en el que correo británico viajaba. La ruta habitual era hasta el puerto de Bassorah y luego en barco hasta la India para volver hacia el oeste en barco hasta el Reino Unido. Si conseguían conectar Bagdad con Damasco, el correo llegaría varias semanas antes.

En abril de 1923, un Buick, un Oldsmobile y un Lancia salieron de Damasco hasta Bagdad. La expedición fue un éxito y una vez establecida la mejor ruta tras varias expediciones de reconocimiento, propusieron encargarse del servicio postal en esa ruta. El correo tardaría 10 días en hacer la ruta del Reino Unido a Bagdad, y viceversa, en lugar de las seis semanas habituales.

Para 1926, los Nairn habían comprado 14 Cadillac para efectuar la ruta, así como varios autobuses.

A la flota de Cadillac, se unieron unos autobuses. Podían llevar 15 pasajeros y dos toneladas de equipaje y permitieron, gracias a dos choferes que se turnaban para conducir, reducir el trayecto a menos de 20 horas. Toda una proeza entonces. Y eso que, por seguridad, optaron por desviar la ruta final un poco hacia el sur, para efectuar una parada en Rutba, donde seis pozos de 15 metros de profundidad que se remontan a los romanos proporcionaban agua. Con el tiempo, los Nairn montaron ahí un hotel para sus viajeros.

El autobús articulado

Al mismo tiempo había cada vez más demanda. Los hermanos Nairn encargaron entonces a la Budd Company de Philadelphia la construcción de un autobús articulado. Esa fantástica máquina de viajar contaba con una cabeza tractora Marmon-Harrington.

Ésta disponía de una zona de literas para los conductores, mientras que el semirremolque disponía de 40 plazas en butacas reclinables. Este vehículo de 25 metros de largo, fabricado en 1933, pesaba 26 toneladas y ofrecía a los pasajeros un viaje cómodo en asientos inspirados en los de los aviones de pasajeros.

Los viajeros también disfrutaban de comodidades como un bufé, un aseo y almuerzos. “Comida, té y agua potable son gratis en el desierto”, se podía leer en el prospecto de la época.

Este mega pullman sirvió durante casi 10 años. La Segunda Guerra Mundial dificultó bastante operar comercialmente la ruta entre Damasco y Bagdad. En 1942, vendieron el autobús a la RAF, que lo utilizó para mover personal en la región. El bus fue vendido más tarde y tuvo varios dueños hasta que se pierde su rastro en los años 50.

Pero antes, los Nairn fueron un paso más allá. En lugar de querer llevar cada vez más pasajeros, buscaron una clientela más escasa pero mucho más pudiente.

Viajarían con las mismas comodidades que en el Pullman gigante, pero el añadido del lujo supremo en los años 30 en el desierto: el aire acondicionado.

En la posguerra, la empresa empezó a declinar a medida que se desarrollaba el transporte aéreo y aumentaban las dificultades políticas. En 1950, los Nairn ya no estaban en la compañía. De hecho, se retiraron a finales de los años 40 y vendieron su compañía a sus empleados. Gerald Nairn volvió a Nueva Zelanda en 1946, mientras que Norman dejó la empresa dos años después y, tras un tiempo, se instaló en Beirut.

La situación política de la región, hacía que viajar por Palestina, Israel, Líbano, Siria o Irak fuera cada vez más complicado, con nuevas fronteras y más controles. Y, sobre todo, más conflictos.

Se dice que alguno siguió circulando por la región, en otras rutas, hasta los años 70, pero no está claro. En la actualidad, nada se sabe de esos autobuses que surcaron antaño el desierto.

La ruta que usaban los coches y autobuses de Nairn, en el desierto donde no había ni siquiera pistas, es hoy la ruta que sigue la carretera que une Bagdad con Damasco vía Rutba. Tal y como hacían los vehículos de los Nairn.

Fuente – Motorpasion.com

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