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[Opinión] Argentina y la eterna corrupción
La corrupción en Argentina, así como su denuncia, tiene antecedentes de larga data. Debemos llegar a la triste conclusión que amamos a los corruptos o que somos un pueblo con algún gen corrupto que nos lleva a elegir gobernantes corruptos.
Escribe: Cristina Pablos
La corrupción en Argentina, así como su denuncia, tiene antecedentes de larga data. En 1890 el presidente Juárez Celman, debió renunciar a raíz del golpe de Estado de ese año (que fracasó) en medio de grandes denuncias de corrupción.
El periodo conocido como La Década Infame (1930-1943) fue denominado así por los generalizados actos de corrupción tanto del oficialismo como de la oposición. Se hizo célebre el senador Lisandro de la Torre por denunciar los negociados de los frigoríficos ingleses con funcionarios del gobierno.
Entre los casos más resonantes se encuentran los de la empresa Baring Brothers, los ferrocarriles ingleses con funcionarios del gobierno, la CHADE (Compañía Hispanoamericana de Electricidad), la Co. Ítalo- Argentina de electricidad, las empresas Swift, Deltec, IBM, Siemens entre otros empresarios.
En 2018 Argentina figuraba en el puesto n° 85 de corrupción sobre 175 países y en 2019 en el puesto 66 sobre 180 países.
En el ranking de gobiernos corruptos en Argentina solo se salva Alfonsín. Arrasa Menem con el 84,5% de corrupción y le siguen los Kirchner; CFK con el 69,2 % y N. Kirchner con el 57,7% contra el 48,8% de Macri. De la Rúa obtiene el 46,4%.
Argentina pierde la batalla contra la corrupción; se ha convertido en un espectáculo que cada vez impresiona menos y que ya naturalizamos: la voladura de la Fábrica Militar de Río Tercero, con Menem, la Banelco, con De la Rúa, la tragedia de 11 con CFK más los bolsos de López, el caso Ciccone, Lázaro Báez, el Vacunatorio Vip y la fiesta de Olivos con Alberto Fernández, el yate de Insaurralde, Chocolate Rigau y otros Chocolates por solo mencionar unos pocos procesos de corrupción.
También es corrupción que CFK cobre una jubilación de $15 millones contra $200 mil que gana un jubilado que nunca robó.
A diario vemos por televisión ciudades inundadas con cloacas desbordadas, especialmente en el Conurbano y nos preguntamos: ¿Cómo ganan las elecciones? ¿Los votantes sufren del síndrome de Estocolmo?
Debemos llegar a la triste conclusión de que amamos a los corruptos o que somos un pueblo con algún gen corrupto que nos lleva a elegir gobernantes corruptos.
Estamos en el mismo ranking de corrupción que Albania, Bielorrusia, Etiopía, Gambia y Zambia.
La Argentina sigue sin contar con una política anticorrupción eficaz y eficiente, dando evidencia del desdibujado rol de la Oficina Anticorrupción (OA) que en la práctica sigue sin dar señales de independencia, neutralidad y continuidad jurídica.
Tampoco el Parlamento sancionó la Ley de Ética Pública y la Ficha Limpia. Ni qué hablar del Poder Judicial que da la impresión de que hace la vista gorda a los corruptos dilatando juicios y sentencias.
Estamos viendo, con este gobierno disruptivo, de que con cada tapa que levanta salen hechos de corrupción a granel.
¿Hará algo al respecto Javier Milei? O, somos un pueblo corrupto que elige pares corruptos porque total… roban, pero hacen.