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[Tiempo Loco] ¡Ojo con salir de pesca y menos hacia un lugar sagrado cercano a nuestras villas!
Villa María es una región urbana situada en el centro de la provincia de Córdoba, unida a la ciudad de Villa Nueva a través del río Ctalamochita, y está posicionada en una cuenca lechera. Existen muy cerca de la ciudad varios montes y lagunas naturales en donde se pueden realizar prácticas de caza y pesca.
Escribe: Mag. Hernán Allasia
Cierta vez se comentó entre sus habitantes que, en el año 2000, cuatro amigos se reunieron para planificar una salida de pesca y acordaron dirigirse a un campo de la zona rural de la ciudad, perteneciente al abuelo de uno de esos amigos, lugar que poseía un profundo lago en el que se podían pescar grandes carpas y dientudos.
Partieron hacia el lugar en un viejo jeep. A los pocos kilómetros de la ciudad llegaron al sitio y se ubicaron muy cerca del lago, cuyo sector izquierdo estaba rodeado por un inmenso cañaveral de tacuaras.
Armaron la carpa que les serviría de refugio. Colocaron las líneas en el lago y las dejaron allí para encender una fogata, que les serviría para darles calor y con sus brasas, hacer el asado para cenar esa noche.
Luego de cenar, fueron a revisar las líneas y, al no encontrar aún nada en ellas debido a que éstas habían desaparecido, probablemente porque se las había llevado el lago, regresaron a la fogata y comenzaron a narrar cuentos e historias para amenizar la helada noche.
Uno de los jóvenes comentó que ese lugar, muchísimos años atrás, había sido ocupado por un grupo comechingones y se pensaba que por haber habitado allí ese pueblo, de vez en cuando se oían ruidos de cadenas arrastrándose por el suelo y hasta algunos gritos y quejidos como salidos de ultratumba.
Ese terreno era una tierra sagrada, ya que se colocaban restos de ancestros indígenas a descansar, los que no debían ser perturbados; caso contrario sus espíritus desatarían su ira contra los que osaran interrumpir sus descansos.
Justo, los cuatro amigos observan que las cañas comenzaron a manearse y oyeron algo o alguien que se movía entre ellas. Luego un ave nocturna irrumpió allí. Nuevamente las cañas se movieron escuchándose pasos avanzando hacia ellos y ruidos de cadenas arrastrándose por el suelo.
Los cuatro corrieron hacia el viejo Jeep para huir. Trataron de encender el vehículo, pero el motor no encendió. Bajaron con linterna en mano alumbrando hacia el cañaveral y observaron aterrados, a la altura de un metro ochenta o más del suelo, unos ojos rojizos muy brillantes que los observaban.
Corrieron hasta un monte que circundaba el lago. Ninguno miró hacia atrás. Con las primeras luces del amanecer llegaron a la casa de campo del abuelo. Comentaron lo sucedido y por la tarde se dirigieron juntamente con otros vecinos al lugar y lo único que pudieron retirar es al viejo jeep porque no hallaron otras pertenencias.
Lo cierto fue que un día después de esos hechos, el abuelo salió en búsqueda de Rafa, su caballo preferido, y jamás logró encontrarlo ni supo más de él.
Fuente: El Diario
Aportes: Héctor Adrián Barale.
Rita Josefa Druetta y Yohana Nievas