Oficialismo y oposición: Todos contra todos

Escribe: Cristina Pablos

“Lo más escandaloso que tiene el escándalo es que uno se acostumbra a él”. (Simone de Beauvoir)

Estamos asistiendo a un resquebrajamiento de las dos coaliciones políticas más importantes del país; el Frente de Todos y Todos por el Cambio.

En la primera, la gobernante, a través de una carta de su líder política CFK, dejó bien en claro que hay funcionarios que no funcionan y otros que sí (los que puso ella, por supuesto) y, como Pilatos, lavándose las manos por si las cosas salen mal (están saliendo, diría yo): el que gobierna es Alberto Fernández. La Sra., como siempre, no es culpable de nada.

Por el lado de la oposición, una figura tan carismática como Lilita Carrió, con esa habilidad de titiritero que tiene para armar alianzas así también la tiene para destruirlas, haciendo a un lado a Macri. Lo que no entienden, ni uno ni otro, es que a los líderes los elige el pueblo, no entre ellos.

Se ve a un Alberto Fernández que, seguramente, cuando se levanta cada mañana se mira al espejo y se pregunta ¿quién soy? ¿soy yo el presidente? por esta contradicción que no hace mucho le hacía decir: “CFK es cínicamente delirante” y ahora se transformó en “Sí, Cristina”.

Un ministro de Economía que parece comenzó a funcionar le llevó a decirles a los empresarios “la conducción es nuestra”; espero ponga el mismo énfasis con los miembros del FMI.

Por si fueran pocos los índices de pobreza que tenemos, habemus un Papa que elogia el pobrismo; hay que nivelar hacia abajo: “de los pobres será el reino de los cielos”.

A la marcha del 8N la vi con las consignas de siempre, basta de corrupción, de fallos judiciales políticos, basta de inseguridad, etc.

En el medio de la lucha de ambas coaliciones: el pueblo, una cuestión de costumbre.

Foto: Clarín

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