Cambio de nombre del Centro Cultural Kirchner: Una oportunidad para Victoria Ocampo

En una cruzada más del Gobierno sobre el giro cultural en la actual gestión, el vocero presidencial Manuel Adorni anunció que le cambiarán el nombre al Centro Cultural Kirchner (CCK).

Escribe: Julio César Nieto

Sin indicios sobre el nuevo nombre que llevará el ex Palacio de correos y telégrafos, se sabe solo que será reemplazado por “alguien que sea de la cultura”. Y aunque no hay nada concreto, el nombre que empezó a sonar fuerte- y también merecido- es el de Jorge Luis Borges.

El ex Palacio de Correos y Telecomunicaciones de la ciudad de Buenos Aires fue un plan original del ex gobernador cordobés Ramón J. Cárcano, quien en ese entonces se desempeñaba como director de Correos de la Argentina bajo la presidencia de Miguel Juárez Celman en 1888.

Tras muchas idas y vueltas, debido a su imponente calidad arquitectónica e importancia histórica se lo declaró en 1997 Monumento Histórico Nacional cambiando su nombre en 2010 a Centro Cultural del Bicentenario, en conmemoración por los doscientos años de la Revolución de Mayo.

El inicio de la polémica

Tras el fallecimiento del expresidente Nestor Kirchner en 2011, una ley del Congreso (26.794) sancionó en 2012 su cambio de nombre quedando oficializada con la del exmandatario.

El debate sobre la incongruencia de nombrar a políticos o expresidentes en espacios sumamente emblemáticos de nuestro país estuvo a la orden del día.

Iniciaba por aquellos años la epopeya de glorificación del kirchnerismo con la «Década Ganada» y el culto a una persona totalmente ajena a la producción cultural.

Con la asunción de Mauricio Macri en 2015, se propuso en más de una oportunidad cambiar el nombre al histórico edificio, pero no prosperó, ya que se necesitaba derogar una ley, y los tiempos e interés del momento no ameritaba para tal medida.  

La danza de nombres

Borges, Cortázar, Sábato, Favaloro, Piazzolla son algunos de los nombres en danza de la mayoría del público en redes o foros de opinión; pero un nombre pasó por alto, y que la historia cultural le debe todo: Victoria Ocampo.

La empresaria cultural más importante del siglo XX

El nombre de Victoria Ocampo siempre aparece escondido o en la última fila a la hora de hablar de grandes mujeres de nuestra historia.

Siendo la mayor de seis hermanas; su apellido retrotrae toda una genealogía en la historia de nuestro país, siendo su hermana menor, Silvina, la más reconocida por su intensa labor literaria; además de haber sido esposa y estrecha colaboradora de Adolfo Bioy Casares.

Pero cuando hablamos de Victoria, debemos centrarnos en su obra, que más que literaria, fue de empresaria y como un «cazatalentos» de nuestro tiempo descubrió y difundió por el mundo a escritores como Borges, Sábato, Bioy Casares o Cortázar.

Victoria, esa mujer que, en un mundo de hombres, en plena década del ’30 fundó la revista y luego Editorial más importante de habla hispana. Destacó para quienes la conocieron, por su personalidad avasallante y de mujer decidida, muy avanzada para su época.

En un siglo donde la reivindicación de la mujer está en boga, Ramona Victoria Epifanía Rufina Ocampo Aguirre, nacida hace más de 130 años, no puede quedar excluida en los debates culturales si de reconocimientos se trata.

La «Edad de Oro» de cultura argentina tuvo lugar en su residencia de San Isidro (hoy Villa Ocampo), donde llegó albergar, patrocinar y difundir a los autores más imponentes del siglo XX, tales como José Ortega y Gasset, Pablo Neruda, Octavio Paz, Jaques Lacan, Igor Stravinsky, Rabindranath Tagore, entre otros nombres de fuste.

Literatura argentina. Victoria Ocampo con Borges y Bioy Casares.

Su reconocimiento estuvo más presente afuera que adentro. Recibió por su labor en el mundo de la cultura condecoraciones poco habitual en mujeres, a mencionar la Oficial de la Legión de Honor y Comandante de las Artes y las Letras, otorgadas en 1962 por el gobierno francés, la distinción Comandante de la Orden del Imperio Británico y la Medalla de Oro de la Academia Francesa.

Además, fue distinguida con el Premio María Moors Cabot de la Universidad de Columbia, y su Doctor Honoris Causa por la Universidad de Harvard y por la Universidad Visva-Bharati de la India.

Fue la única mujer designada como miembro de la Academia Argentina de Letras en 1977, poco antes de su muerte.

Su nombre es sinónimo de una época, la consecuencia del mayor florecimiento literario y artístico de gestión privada en toda la historia argentina. 

Sin dudas, merece una oportunidad.

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