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[El Deschave] Javier Milei y su mundo irrazonable …
Cuesta comprender cuál es el grado de sensibilidad social que tenemos los argentinos. Da la impresión que el presidente Javier Milei nos embrutece. También es verdad que mucho de lo que expone el mandatario es razonable, pero extremadamente costoso.
Escribe: Miguel Andreis
70 mil a la calle. El duro camino de la Injusticia
Sucede que el embrutecimiento y la mentira son comunitariamente contagiosas. Ni él está cumpliendo con lo que prometió, ni se lo reclaman quienes lo votaron y hoy también se suman a la petición de la paciencia social, que sería bueno saber hasta cuándo aguantarán cuando nos lleguen las boletas con un 300% de aumento en el gas, otro tanto en el agua, y algo similar en la energía eléctrica…
Y te hablan de que la inflación está bajando y tus bolsillos tiemblan cuando vas a la carnicería, a la verdulería o a pagar la escuela a tus hijos.
Y de la culpa de los reclutadores de futuros marginados, nadie habla
Casi que nos hemos quedado sin preguntas, hacen de la mentira una verdad absoluta que no tiene nada que ver con la realidad que nos choca. Esa realidad que nos lleva puestos y achatando como a cucarachas.
Cómo es posible que los argentinos nos pongamos contentos y hasta festejemos porque se van a echar de sus trabajos, so pretexto de vencimiento de sus contratos laborales, unos 70 mil empleados públicos, claro que el vocero presidencial rápidamente salió a desmentir la cifra indicando que primeramente serán 15 mil y los otros gradualmente quedarán la espera de noches interminables pensando en el futuro.
No obstante, palabras de los propios funcionarios, la cifra que conocemos no está ni cerca de los que irán quedando en el camino como empleados del Estado. Claro que, de esto en plena campaña proselitista, el mismo Milei se jactaba que iba a sacar gente fuera del sistema.
Que el estado es paquidérmico y es preciso achicarlo. Razón para el análisis no le falta, ahora, ese sobrante que fue absorbido, muchos de ellos en los últimos tiempos, ya que el sector privado no absorbe nada desde hace once años debería analizarse bajo los parámetros del sentido común.
Sentido que parece carecer el presidente y sus acólitos. Ninguno de los que hoy están en la mira para sumarlos inexorablemente al gran malón de pobres e indigentes en corto futuro, ya sea como contratados, facturantes o empleados del Estado, esto sucedió y, cuidado, porque los hombres de la “casta”, léase como definición que al candidato ganador le permitió sumar muchas adhesiones en las urnas, los USARON e integraron como súbitos obedientes de la militancia que los sostenía en el poder.
Así transformaron a millones de personas en soldaditos o punteros políticos que les garantizaba que quien los ubicaba en puestos innecesarios, fueron los principales artífices que, en cada elección, a cambio de un miserable sueldo, debían trabajar para ellos. Los de la Casta.
Sin embargo, nada se dice sobre los verdaderos responsables de haber “hinchado” al Estado hasta la morbosidad. ¿A nadie se le ocurre nombrar quiénes son los políticos que operaron y siguen operando para tener sus propios planteles de militantes?
En realidad, el Estado jamás se volvió tan mórbido e ineficiente como en estos 25 años de peronismo, claro, no fueron los únicos. También los hubo de otros prismas ideológicos. Uno de los signos del populismo.
Unos y otros quienes los llevaron a dichos puestos, se hacen los bobos y que los mismos se arreglen cómo puedan.
Los sindicatos también tienen su grado de complicidad, lo sabían y guardaban silencio cuando no defensa de los hombres de las bancas. En realidad, como ya lo explicamos en otras ocasiones esto sucede porque la herramienta que nos regula, o debería regularnos, no lo hace porque ya no sirve más: Nada de lo que siga haciéndose en esta “democracia representativa”, absolutamente ineficaz para situaciones de control, servirá.
Es innegable que el Estado se volvió deteriorado, destrozado, improductivo, pero lo responsabilidad no es solamente de los que quedarán en la calle, sino de los que los llevaron a ocupar esos puestos, con una impunidad e indemnidad vergonzosa.
Nos iremos enterando los que desesperadamente ya no podrán volver a ser laburantes, y de lo que estamos seguro que nadie hará nada, ni movilizaciones ni nombres con apellidos de los verdaderos autores de acarrear gente a lugares que no hacían falta, que, además, se los pagaba con dinero de los ciudadanos (no de aquellos que se mantenían en el poder) … simples y cientos de miles de “soldaditos” usados como franquicia para defender a los verdaderos detractores del poder: la clase política.
Ninguno de ellos perderá su conchabo, y muy factiblemente continúen ejerciendo en algún cargo público… Nuevamente se condena a miles de laburantes. Seguramente que muchos no merecían estar donde estuvieron y aún permanecen, pero, y lo peor, tampoco se midió o juzgó la capacidad laboral y responsabilidad que tuvieron a lo largo de los tiempos.
Ni el trabajador eficiente ni el parásito. A la hora de lista da todo igual. Hasta se extenderá hasta que no logremos una DEMOCRACIA PARTICIPATIVA, con otro tipo de defensas para la sociedad. Por lo que observamos estas inequidades se irán extendiendo a lo largo de los tiempos.
El sistema no está hecho para laburantes sino para aquellos que se atreven a ser políticos y no tener ningún síndrome de culpabilidad… No serán setenta mil, lamentablemente muchos más y nos harán creer que todos eran vagos e ineficientes… Habrá miles que aún manteniendo su lamentable criterio repetirán esa perversidad…
Hemos dormido la sensibilidad y lo peor es que no reaccionamos, que los que hoy van camino a la exclusión, mañana los podemos seguir nosotros…
Aún aquellos que se regocijen o disfruten tanta gente en la calle. No os confíes amigo, con un presidente como Milei nunca se sabe cuándo nos toca el turno de subirnos al patíbulo.
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