[La infancia de los líderes] Madre Teresa de Calcuta: El ejemplo de mamá

Agnes Gonxha Bojaxhiu sería conocida como la Madre Teresa de Calcuta (1910/1997). Monja católica de origen albanés, Premio Nobel de la Paz, canonizada por el Papa Francisco en el año 2015.

Escribe: Prof. Luis Luján

Nada deja huellas más profundas en un niño que el ejemplo demostrado por los mayores, a veces mucho más que las palabras.

Esto lo marcará para siempre y sus vidas estarán perpetuamente selladas por las buenas acciones que aprendieron de aquéllos.

Constantemente han existido excelentes modelos a seguir, pero el ejemplo de una madre, de un padre, de un hermano mayor, ahondará todavía más en sus espíritus.

Agnes fue la menor de los hijos del matrimonio de Nikola y Drana, ambos albaneses, nacida el 26 de agosto de 1910, en lo que sería actualmente la República de Macedonia del Norte, antiguamente, el Imperio Otomano, y fue bautizada al día siguiente en la iglesia del Sagrado Corazón, de su ciudad.

Su padre tenía un carácter especial, muy disciplinado y exigente con sus hijos. Era un exitoso comerciante con gran talento para los idiomas y la música. Hablaba albanés, serbocroata, turco, italiano y francés.

La música, en sus diferentes facetas, interpretación, canto e incluso composición, siempre ocupó un destacado lugar en su casa. Propietario inmobiliario, creó una empresa junto a un rico socio italiano y ocupó un cargo en el ayuntamiento de Skopje, de cuya vida cívica se convertiría en una notable personalidad.

Tenía una gran pasión por la política, y ésta lo llevaría a su muerte, pues, fue envenenado por su opositor cuando tenía recién cuarenta y cinco años.

Esto fue un dolor tremendo para la pequeña Agnes. La pérdida irreparable de su progenitor golpeó fuertemente su espíritu infantil cuando ella sólo contaba con ocho años de vida. La inesperada muerte de Nikola significó un drástico vuelco no sólo en la dimensión afectiva de la familia Bojaxhiu, sino también en la económica, pues la empresa familiar quedará íntegramente en manos del socio italiano.

Drana, su madre, completamente sola, tendría que afrontar el cuidado de sus tres hijitos. Ella era una mujer amorosa y firme, de profunda fe, quien exaltará al máximo sus capacidades de sacrificio y entrega a los más necesitados para, desde el ejemplo, inculcar a sus hijos los valores más altos.

Ella era una mujer amorosa y firme, de profunda fe, quien exaltará al máximo sus capacidades de sacrificio y entrega a los más necesitados para, desde el ejemplo, inculcar a sus hijos los valores más altos

En su dolor, Drana quedó sustentada por profunda fe en Dios, y en una situación de austeridad y humildad. Aun así, esa madre bordará ropa de hogar de tradición albanesa que irá vendiendo por las casas para dar respuesta, no sólo a las necesidades de su familia, sino también a las de los pobres, a los que siempre ha otorgado un espacio privilegiado en su corazón.

 Esto no era algo nuevo en su madre, pues, lo había hecho en los años de prosperidad y bonanza económicas. Agnes observaba cómo su amada mamá seguía asistiendo e invitando a su mesa a los más necesitados, en quienes enseña a sus hijos el don de la generosidad profunda y sincera, diciéndoles estas palabras que recordará toda su vida: “No comáis un solo bocado sin compartirlo con los pobres”.

La niña sentía que su madre todo lo podía, pero siempre la sorprendía con otras buenas acciones. Con gran afecto y ternura la mujer visitaba semanalmente a una anciana que vivía sola, a la que llevaba comida y limpiaba la casa.

Atendía a File, una alcohólica cuyo degradado cuerpo se había convertido en una gran llaga. También cuidaba de los seis hijos de una viuda que, tras vivir la muerte de su madre, quedaron completamente huérfanos.

Agnes admiraba a su madre, no podía creer que alguien tuviese un corazón tan grande, abierto a los más necesitados. Ella, en su mente infantil, soñaba ser como Drana y poder ayudar a todos a cambio de nada.

Era una vida de sacrificios en un mundo tan desordenado, desigual e inhumano. Drana, entregada a los desamparados, siembra en el alma de Agnes algo que, años más tarde, alcanzará la máxima expresión en un ser humano: la compasión por el pobre, el reconocimiento de nuestra hermandad con los más desdichados.

Quizá la primera de las Misioneras de la Caridad, las religiosas que muchos años más tarde tendría el corazón entregado de Agnes, fue Drana. Y este amor, que ella conocería en su casa, fue el que, a pesar del dolor por la pérdida de su padre, salvaguardó los felices recuerdos de una infancia que se desarrolló en un contexto histórico turbulento y conflictivo durante la penuria que dejaría a toda esa región la Primera Guerra Mundial.

El ejemplo de una madre permanece en sus hijos por siempre y así se observa en la vida de Agnes, en cuya alma su amada madre depositó las simientes que luego Dios hará germinar para convertirla en la persona que recordará el mundo entero: la fe y la caridad a través de la entrega a los más pobres de entre los pobres.

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