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[Música e Historia] “Bombitas de Agua”: Con qué poco éramos felices…
“Con poco era feliz…”
Escribe: Leo Muñoz
Germán Barceló
En los 90 fue parte de “Montaña Rusa”, pero la vida de Germán Barceló siguió, formó familia, pero un vacío quedó de su tiempo de éxito casi adolescente.
Sin embargo, dos hechos reconfiguraron su vida, descubrir a Dios y el mirar hacia su interioridad en la pandemia.
Es así, como explicaba a “El Día” de La Plata: “Me sentí por primera vez sin la necesidad de llenar mi vacío con algo externo. Y empecé a escribir canciones en modo de agradecimiento. No fue algo premeditado, se dio así. Y estoy feliz de poder aportar un granito de arena a que la gente pueda tener un contacto de Dios”.
Su infancia de barrio volvió a hacerse presente, logrando llevarla a la emotiva y nostálgica canción “Bombitas de Agua”, con ritmo pegadizo y el estribillo que queda inmediatamente en la memoria. La simpleza de la letra es la misma de aquellos tiempos de la niñez de los barrios, llena de bellos recuerdos.
Niñez Cerca del Corazón
Con qué poco éramos felices, creo que lo más extraño de esos tiempos es eso, la simpleza de cada día. Un cajón de manzanas que era un bote, una vieja escoba el caballo del mejor jinete, la yapa del verdulero, juntar “uvitas blancas” silvestres de viejos tejidos que rodeaban terrenos, masticar hinojo, cazar luciérnagas para en un frasco llevarlas a la mesa de luz, compartir con amigos el llenar un álbum para ganar la “número 5” de cascos rectangulares.
Tardes felices, niñez enmarcada, como canta Barceló, en el horario de luz solar. Tiempos de plenitud y aprendizaje social que facilitó nuestro crecimiento.
Tiempos de Red
El Siglo XXI ha instalado y parece querer convencernos de lo necesario del ritmo frenético cotidiano, estamos sedientos de nuevas tecnologías para crear una imagen de supuesta plenitud venida de afuera, olvidando que la felicidad nace en nuestro corazón.
Las pantallas, ¡ay de ellas!, tan grandes herramientas, tan cerca de sacarnos de la vida real. Opino que los niños tienen una excesiva cantidad de horas de clases (¡con lo hermoso y suficiente que eran las 4 horas de antaño!), participan de múltiples actividades, tienen una agenda similar a la de un adulto, pagamos para que en sus cumpleaños puedan jugar o los hagan jugar.
A contramano quedan aquellos cumpleaños de bizcochuelo y el jugo o chocolatada, compartidos en una tarde divertida e interminable de juegos en la vereda, el patio, el “campito”.
Nosotros éramos el juego, ¡nada más necesitábamos! Claro, los tiempos cambiaron, quizás solo estoy un poco viejo.
“Bombitas de Agua” (Germán Barceló)
Vengo de un tiempo en el que los juegos duraban lo que dura el sol,
calle de tierra, zanja y potrero, blanco y negro el televisor,
cuatro canales, Pantera Rosa y una cajita de cartón
donde guardábamos tierra y lombrices esa era la diversión.
Iba a la esquina de doña Lina, a comprar carne y carbón
para el asado de los domingos, carnavales con fuentón.
Bombita de agua, espuma y fogón,
cabaña de caña, autito, payana, rayuela y bolón,
mancha venenosa, saltar el paredón,
tarde de verano, recuerdos que guardo en mi corazón.
Ohhhhhh
Vengo de un tiempo del pan y queso para elegir al mejor,
del quiosco de Emilio, la escarcha en invierno, del cole, tutuca y turrón.
La casa abierta de doña Norma, Don Pablo, la parra, el olor
a sopa caliente, en las navidades estrellita y rompe portón.
El campanazo en el recreo, decile si gusta de mí,
un paseíto por la avenida, con poco era feliz.
Bombita de agua, espuma y fogón…