El Municipio de Villa Nueva tiene el agrado de confirmar...
La Municipalidad de Villa María informa que personal del Corralón...
Esta noche la comunidad de Villa Nueva se reunió en...
La municipalidad de Villa María informa que este sábado y...
El próximo viernes 25 de octubre, la ciudad de Villa María...
La municipalidad de Villa María informa que se llevó adelante...
[Música e Historia] El último organito y la nostalgia gris de Buenos Aires
“El alma del suburbio se quedará sin voz”
Escribe: Leo Muñoz
El último organito es uno de los grandes tangos de la música ciudadana, creado en 1948 por Homero Manzi y su hijo Acho. La letra habla de barrios y plazas, de suburbios y de un marco temporal que viene de mano de los inmigrantes y la Argentina del 900.
La Buenos Aires cuna del tango perdura en sus versos y notas. Amistad, mujer, esquina, compadrito, muerte, luces, son recurrentes imágenes tangueras que aparecen en sus versos.
La nostalgia gris de la ciudad porteña se siente a lo largo de todo este tango. Edmundo Rivero fue su más reconocido intérprete, también la versión del “Polaco” Goyeneche, otros que lo cantaron fueron Serrat, María de la Fuente y la orquesta de Canaro con Arenas.
Es mencionado el poeta Evaristo Carriego, sobre él dijo Borges: “Carriego fue el hombre que descubrió las posibilidades literarias de los decaídos y miserables suburbios de la ciudad”.
Organilleros u organitos
Estos músicos callejeros se ganaban la vida con un organillo, un instrumento musical autómata con tubos portátiles y un mecanismo de relojería, los más comunes y antiguos tenían un cilindro de madera con púas que activaban puentes de bronces, similares a un peine, que solían llevar ocho melodías.
En pequeña escala es el sistema de las cajas musicales de muñecas. Hacia 1880 llegaron a Latinoamérica los primeros organillos desde Alemania.
Actualmente México mantiene este oficio tradicional en retroceso, en menor medida Chile. Los organilleros solían estar acompañados de un monito que pasaba el plato para pedir las monedas.
Organitos en Argentina
Animar una plaza o una esquina con su música a manivela era el trabajo del organillero. El monito no solo pasaba el plato, sino que hacía algunas piruetas o “monerías” que divertían a la gente que ocasionalmente se acercaba.
Héctor Manuel Salvo fue el último organillero de Buenos Aires, lo llamaban “Manu Balero”, reconocido por el organito y sus cotorras que entregaban la tarjeta de la suerte.
En Luján (Buenos Aires) el señor Hugo Damonte ejerce este oficio hace 40 años, aporta la gran enciclopedia virtual.
El «Martín Fierro» habla de un napolitano “Allí un gringo con un órgano / y una mona que bailaba / haciéndonos reír estaba / cuando le tocó el arreo. / ¡Tan grande el gringo y tan feo / lo viera como lloraba!”.
Solían despedirse por entonces a los “angelitos” invitando a organilleros, es conocido también que el general Bartolomé Mitre los llevó a la guerra contra Paraguay para entretener a las tropas.
El Último Organito (H. Manzi e hijo)
Las ruedas embarradas del último organito
vendrán desde la tarde buscando el arrabal,
con un caballo flaco y un rengo y un monito
y un coro de muchachas vestidas de percal.
Con pasos apagados elegirá la esquina
donde se mezclan luces de luna y almacén
para que bailen valses detrás de la hornacina
la pálida marquesa y el pálido marqués.
El último organito irá de puerta en puerta
hasta encontrar la casa de la vecina muerta,
de la vecina aquella que se cansó de amar;
y allí molerá tangos para que llore el ciego,
el ciego inconsolable del verso de Carriego,
que fuma, fuma y fuma sentado en el umbral.
Tendrá una caja blanca el último organito
y el asma del otoño sacudirá su son,
y adornarán sus tablas cabezas de angelitos
y el eco de su piano será como un adiós.
Saludarán su ausencia las novias encerradas
abriendo las persianas detrás de su canción,
y el último organito se perderá en la nada
y el alma del suburbio se quedará sin voz.