Delicias gastronómicas que en sus países ni se conocen: Desde el pollo a la portuguesa hasta la ensalada rusa y el bombón escocés

¿Te pusiste a pensar alguna vez en el origen de algunas de las comidas o postres que forman parte de nuestra vida cotidiana? ¿Será cierto que en sus lugares de origen se las conoce tanto como acá? Incluso, ¿habrán nacido en esos países lejanos o ciudades de nombres raros? Aquí, tratamos de encontrar algunas respuestas a esas dudas gastronómicas y, por supuesto, casi existenciales.

En Portugal, ¿comerán el pollo como lo hace la abuela o mamá con ese toque tan especial?

En Rusia, ¿estarán enterados Putin y los suyos, que por estos lares le damos rienda suelta en cualquier ocasión a una ensalada y que en cualquier heladería podemos conseguir un sabor a crema que lleva el gentilicio de ese país?

En el país de las gaitas y los hombres con polleras, ¿le darán tanto al dulce de leche como para incluirlo en un postre helado que aquí conocemos como bombón escocés?

¿La verdad de la milanesa, como dice el dicho, estará en Milán? ¿El célebre embutido conocido como salame, será tan célebre en ese territorio italiano como en cada almacén de Argentina?

Las dudas son muchas más, por supuesto. Hay tantos nombres dando vueltas que despiertan la curiosidad.

Pero tratemos de responder a algunos, por lo menos. Eso sí, no garantizamos que aclaremos el asunto del todo. Muchas veces el origen de algunas delicias culinarias es disputado por diferentes territorios o comunidades. Y en otras ocasiones, ni siquiera se conoce a ciencia cierta el lugar de nacimiento de algún plato principal, guarnición y postre.

Eso sí, que nadie se ponga a discutir la paternidad (o maternidad) del asado, el dulce de leche y los panqueques, porque ahí se arma…

Pollo a la portuguesa

Cuentan algunos que dicen que saben que este plato no sería originario de Portugal, sino de Palestina o Egipto, hace muchos, pero muchos años. 

En Macao, antiguo territorio chino que estuvo en poder de Portugal durante un tiempo, existe un plato local denominado gallina a la portuguesa. En algún momento, sirvió para indicar cierto estatus.

En fin, la receta del plato incluye trozos de pollo, con papas y a veces arroz hervido, con salsa suave parecida al curry, a base de coco, todo ello horneado hasta dorarlo.

Claro, por estas tierras lo cocinamos de otra manera, y para bien quizás. Portugués o no, este plato es una delicia. Eso sí, no sabemos si en el país europeo es tan popular como en estos pagos.

¿De Rusia con amor?

Este lejano y misterioso país tiene muchos atractivos. Tanto, que se le ha otorgado el adjetivo gentilicio femenino “rusa” a dos preparaciones muy conocida en nuestro país. Que, por esas cosas de la vida, la geografía y los inventos de cocineros, terminan bautizando a un plato en la otra punta del planeta.

Cuenta la historia más conocida que la ensalada rusa fue creación de un cocinero belga de origen francés llamado Lucien Olivier, que ganó fama en Moscú gracias a una ensalada particular servida en el restaurante Hermitage, a mediados de 1800.

Pero, otras fuentes aseguran que antes de Olivier ya existía una ensalada con ese nombre en la nación de los cosacos.

La “rusita” incluía una gran diversidad de ingredientes, que iban desde papas y otras hortalizas matizadas con mayonesa, hasta frutos de mar y aceitunas.

Aquí lleva un poco de todo, aunque existe el formato más tradicional de papas, zanahorias, arvejas y mayonesa. Y si le agregamos unos trozos de pollo derivamos en una “mayonesa de ave”.

Rusa o no, no lo sabemos, pero es una guarnición siempre presente en nuestras mesas.

Y si de postre hablamos, con tantos sabores modernos en cualquier heladería, la crema rusa estaría un poco pasada de moda. Aunque permanece en los carteles como una opción, claro.

Este helado de crema americana (otro gentilicio) con nueces supo gozar de fama en los 80 sobre todo.

Su origen certero no existe, pero algunos sostienen que podría ser una derivación del “Schelkunchik”, una crema industrializada rusa que se vendía cubierta con nueces picadas.

Hace poco, con motivo de la guerra en Ucrania, el dueño de una cadena de heladerías en la ciudad de Córdoba decidió eliminar el sabor “ruso” del listado de posibilidades.

En tanto, un comedor cordobés había hecho lo propio con la ensalada rusa. Cosas de la gastronomía geopolítica, ¿vio?

¿Más escocés que el whisky?

En las tierras del buen whisky no estarían enterados de la existencia de un delicioso postre helado denominado bombón escocés. Esta delicia que incluye helado de crema americana, chocolate y un corazón de dulce de leche, podría llamarse tranquilamente bombón sueco o argentino también.

Aunque el sitio sobreescocia.com, asegura que es un postre típico del país nórdico, al que se le suma almendras o algún otro fruto seco, una argentina aseguró en Twitter que fue un invento de su papá que trabajaba en la célebre heladería Laponia, como una respuesta comercial al bombón suizo.

“¿Por qué le pusieron «escocés»? ¡Porque sonaba bien… los escoceses ni idea ni relación alguna con el helado!”, publicó la usuaria Verito Rosello en la red social.

Nada cierto, entonces, sobre su origen bien escocés.

Salames y milanesas

El salame de Milán no puede menos que ser un invento itálico, aunque en algunos puntos de Alemania sostienen que fue una creación propia. Otros apuntan su origen a Hungría. Lo cierto es que pudo haber sido en cualquier punto y cada región lo adaptó a su gusto y desde allí trascendió.

Milán pareciera ser la cuna de una de las comidas más típicas de la cocina criolla, la milanesa. Pero, existen algunas controversias.

Algunos explican que era un plato austríaco conocido como “wiener Schnitzel”, mencionado ya en un libro de cocina de 1831. Pero, años más tarde, este plato comenzó a ser consumido en Milán bajo el nombre “cotoletta alla milanese”.

De Italia para el mundo con la inmigración, llegó a Argentina y se convirtió en plato predilecto de grandes y chicos, con muchas variedades. Incluso con una redundancia tana: milanesa a la napolitana. Nada tan italiano como una “napo”, además de las pizzas y las pastas.

Pero, más allá del origen de estas comidas y postres, lo que importa es poder disfrutarlos.

Adelante, ¡buen provecho y salud!

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