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[Muestra de fotos inédita] Todos los rostros de Jorge Bonino
Este viernes se presentó una muestra de fotos inéditas que retratan al actor villamariense. El evento, curado por Ítalo Bustos Winter, se llevó a cabo en el café “Habitual” de la ciudad. Y se enmarca en el cumpleaños 89 del artista, el 9 de noviembre.
Texto y fotos: Iván Wielikosielek
El grito tiene rostro, aunque no tenga sonido. Pero el miedo, la desesperación y la turbación, también lo tienen. Por más que las muecas no se escuchen o vengan del cine mudo.
Uno puede pensar que esta afirmación tiene “copyright” en Edward Munch al pintar “El grito” y colgarlo en alguna galería de Oslo durante el siglo diecinueve.
Sin embargo, hay un antecedente mucho más potente aún. Son las esculturas del alemán Franz Xaver Masserschmidt quien, a fines del siglo dieciocho y pensando que lo acosaban los demonios, realizó 69 autorretratos en bronce copiándose a sí mismo en el espejo; pensando que las muecas espantosas que hacía, mantendrían a raya a los espíritus.
Pero habría más todavía. Porque una tarde de los ´70, en la Berlín del siglo veinte (la Berlín del Muro y la Guerra Fría) el fotógrafo Walter Dick inspirándose en su compatriota escultor, le propondría idéntico juego a un desconocido y fascinante actor argentino: que a imagen y semejanza de las esculturas de Masserschmidt, hiciera caras desencajadas contra el tormento y la posesión.
Y Jorge Bonino fue más allá, siempre mucho más allá de todo, cualquiera haya sido la premisa. Acaso porque su patria siempre fue el futuro y su lenguaje ese grito sin sonido, ese esperanto universal que uniría en una misma cadena dorada a Munch con Masserschmidt y a Antoni Artaud con Marcel Marceau.
Algunas de esas fotos, algunos de esos gritos congelados pero vitales (el silencio tiene acción, cantó otro poeta argentino) pudieron verse el viernes pasado en “Habitual”; en una muestra de apenas dos horas para una minoría que se dio cita en el café nombre de Bonino, en nombre del idioma universal, en nombre del futuro.
Memorias de un artista de barrio
“Conocí a Jorge Bonino de adolescente, cuando tenía 14 o 15 años, en la casa de su familia en calle 25 de Mayo y Mendoza”, explica Ítalo Bustos Winter-. Y a estas fotos las vi por primera vez en Córdoba… Porque pocos años después de la muerte de Jorge, mi madre se atendía con su hermano Eduardo, que era neurólogo. Yo la acompañaba y después me quedaba horas charlando con él de literatura, de arte, de la Biblia…”.
-¿Y cómo llegan a vos las fotos?
-Llegan porque un día, viviendo yo en Córdoba, Eduardo me pide que lo ayude con la mudanza. Y al finalizar, me regaló un cartapacio con muchas cosas de Jorge, que era mi ídolo… Entre ellas, estaban estas fotos… Las tuve muchos años colgadas en la pared de mi casa hasta que el año pasado, por primera vez, decidí mostrarlas al público…
Fue en la Casa Pepino, un centro cultural de Córdoba, cerca de La Cañada… Ahora estamos preparando una muestra más grande para fin de mes en Villa María, así que esta es una suerte de “avant prèmier· de la otra que vendrá…”.
-¿Hablabas con Eduardo sobre Jorge?
-Sí, y Eduardo me reveló datos de la vida de Jorge que no conocía… Como cuando se tiró desnudo al Sena al grito de “¡Vienen los alemanes!”. Los franceses lo iban a dejar internado para siempre allá… Pero había un agregado militar en la embajada de Francia que era muy creyente y lo conocía a Jorge. Gracias a él, lo trajeron al país. Eduardo me contó que, cuando lo fue a buscar al aeropuerto y le vio los ojos, dijo que “ya estaba chau…”, que Jorge ya no estaba más ahí… Luego me contó el infierno que fue tenerlo en la casa durante un tiempo, a principios de los ´80… Era como llevarte a Keith Richards a vivir con vos y tu familia… De ahí, Jorge se vuelve un tiempo a Villa María, que fue cuando yo lo conocí… Había tomado mucho ácido y eso le dejó secuelas de por vida…
-¿Qué recuerdo personal tenés de Jorge?
-Fue en el contexto de la familia, y ya deteriorado. Me acuerdo de haberlo visto tocando el piano con los codos, por ejemplo; o caminando en camisa de jean y collares de la India por la ciudad… Fue el primer villamariense que se vistió así… Era un marginal absoluto, un outsider… Y estoy seguro que hoy lo seguiría siendo… Todas sus ideas eran vanguardistas… Sin embargo, era un intelectual y, sobre todas las cosas, era alguien muy humano… Pensá que él ya hablaba de comunidades terapéuticas para adicciones o enfermedades mentales y estaba en contra del electroshock…
-¿Y qué pasó con Eduardo?
-Eduardo falleció hace poco más de un mes, y esta muestra es un homenaje a él también, no sólo a Jorge, en el día de su cumpleaños… A Eduardo lo vi por última vez antes de inaugurarse la muestra en Casa Pepino… Y creo que esta muestra en su ciudad, le habría gustado mucho…
-¿Y a Jorge le habría gustado?
-¡Le habría encantado! Porque es una muestra de apenas dos horas, en sintonía con su espíritu fugaz, y con el «aquí y ahora» del teatro… Todo lo que Jorge hacía, lo hacía pensando en lo efímero de la existencia, pero también con un amplio sentido de Dios y de la eternidad.