[Opinión] Martín Gill: Sin balas en la recámara…

Escribe: Miguel Andreis

Día extraño el de hoy. Debería estar feliz: Cumple años la ciudad. 155, ya es una cifra gorda de calendarios. En realidad, en lugar de feliz estoy confundido y mucho. Entre decepcionado y enculado.  Pienso qué le podría regalar al Lord Mayor Martín. Quizás uno de los sapitos de las fuentes que, me los imaginaba echando chorros (perdón) para todos lados. Nada que ver, juegan a las gárgaras de aire seco. Una parábola de próstatas que siempre te esperan.  Posiblemente alguno de ellos, los sapitos digo ¿serán de bronce? se enteró en cuanto los cotizaron y se rajaron al joraca antes que los afanen.

Ya lo decía Maquiavelo

Lo escuchó en su derrotero mediático y Martín Gill, parece, no haber comprendido una vieja máxima que sirve para la política, aunque se aplica en todos los órdenes: El despertar demasiadas expectativas o ilusiones siempre es riesgoso cuando no peligroso. El ego suele ser un factor que te lanza sobre la tabla de clavos. La curiosidad y expectación de la ciudadanía se centraba esencialmente sobre la remodelación de la Plaza Centenario.

Esas chapas de cinc rodeándolas como para que no se escapasen las plantas o las baldosas sueltas, le dieron por casi dos años un tinte patético además de poco criterioso.

Llegó la hora de dejarla al desnudo crudo y, si bien se notan los cambios de mejoramiento, en cuanto al estado en que se encontraba –por propio descuido de las autoridades-, generaron en buena parte de la ciudadanía una notoria decepción.

Frustración ante las desprolijidades indisimulables, especialmente con el piso mal colocado, al parecer con profesionales que no comprendieron, tal vez, la aplicación de lo que en la materia definen para estas instalaciones, el uso –hablan los ingenieros- de la Bisectriz.

En fin, dirán los acólitos del poder, “aquellos que nunca hacen nada siempre le encuentran un pelo al huevo”. Ocurre que tal definición tiene asidero, solo que en la ciudad se trata de huevos peludos y costosos, como las obras en cuestión.

Entonces las exageraciones molestan y dado los valores que estuvo esta reconstrucción es para pedir la perfección. No otra cosa, a tanto valor, tanta exigencia.  

Los primeros números que se barajaron para mejorarle el rostro a esta creación del Arquitecto Salamone, nos arrojaron desde el gobierno un gasto de aproximadamente 13 millones, luego se nos informa que, vaya a saber qué particular cometa, el costo de la misma se habría ido a unos 193 millones de pesos.

¿Bancos con aire acondicionado? ¿Rascadores de espaldas…? Vaya uno a saber.

Tanta guita exige mejor producto

Las esperanzas de la sociedad, mientras las chapas cubrían la mirada de los curiosos, todo, medianamente se mantenía bajo la incertidumbre. Jugaron con eso. Al ser ya expuesta el final de lo obra, los remiendos se volvieron fosforescentes, era obvio que la ciudadanía con un 400% más de incremento del costo inicial pediría y, con justa razón, algo más cercano a la perfección. Sin tantas fisuras.  

Esto de que los fondos llegan desde la Nación ya no convencen. Es guita de los argentinos. De todos.  En el medio tomando gestión y chamuyo, da la impresión de que existe ineptitud o negocios.

Y esa factura no son pocos lo que se la pasan a la actual gestión municipal, con un lord cada vez más verborrágico y desesperado por lo que se les viene. O en todo caso, se nos viene.

Claro que anteriormente pasó algo similar con el Polideportivo Evans, hoy, en su peor estado desde su creación; o los números que nunca se supieron del Polideportivo y Playón del San Martín. Ahora, si buceamos en cifras de mayor densidad, deberíamos detenernos en el puente con Villa Nueva, el de luces de colores, el Juan Bautista Bustos, que la pifiaron en todo, y ni hablar de los números, que de 28 palos y no de yerba, se fueron a algo así como 193 millones de pesos.

¡Flojita la Mercedes! ¿Se puede explicar semejante pifie en los números y en la parte técnica de la obra. Simplemente los invito a una prueba, venga en bicicleta del lado del Golf, deje de pedalear en la mitad del puente, y verá, por la enorme pendiente que han dejado, como, sin mover un pie, podrá adquirir tal velocidad que lo depositará en el Tiro Federal sin agitación ni esfuerzo alguno. 

Perdón: ¿a nadie del municipio se le ocurrió controlar semejante falencia?  Podríamos referirnos al Parque Pereyra y Domínguez, cuyo costo, por los motivos que fuesen, se duplicaron con yapa entre el principio y el fin.

Ojo, no estamos hablando de monedas sino de gruesos billetes. Vaya paradoja, una de las caracterizaciones de este gobierno son los desencuentros entre el valor inicial y el costo final. No hay forma que le acierten…

Existe malestar en la gente y, claro está, no solamente por esto. Pero que el Intendente en su pretensión de misterio sobre el “regalo” que nos haría a los villamarienses ofició como un fuerte empujón a una mayor incredulidad. Una acción que se suma día a día. Dudo que realmente le o les interese ser creíble o no. La impunidad suele esconder ese rostro de desprecio. 

Los sobreprecios que espantan y las obras que en ocasiones no concuerdan con los números que lanzan inicialmente como carnada… Generalmente en su mandato pocas cosas coinciden con las leyes, la matemática y el dinero. Las puede burlar total sabe que la escribanía del Concejo lo avalará.  

Si les sirve otro ejemplo, tomemos lo que dijo el pasado martes en la inauguración de la rotonda –buena y necesaria obra- al frente del ex “Servicentro Baudino” (Alem saliendo por la 9 vieja), allí, contiguo a la carpeta asfáltica existe un largo paredón, donde se plasmaron varios murales que una artista plástica perpetuó brillantemente.

Se buscó resaltar los íconos y emblemas de la ciudad. En su alocución, casi de exaltación a su terruño, el lord le puso un énfasis actoral cuando nombró a la Placita Ocampo (también y merecidamente inserta en dicho paisaje del pincel): “La querida e histórica…”.  

No pocos se agacharon a levantar (disimuladamente) la dentadura postiza. No vaya a ser que se diera cuenta. La tentación suele ser inmanejable. Es imposible dejarlo pasar por alto si hasta la semana pasada (aclaro, metáfora) ya tenía el paquete cerrado para venderla o canjearla (¿No lo recuerda don Gill?) por un estadio que está ubicado en el ejido de Tío Pujio y que, por el momento, supongo, debe servir para algún campeonato de metegol, o torneo de trompos.

La de chantas que trajo o que pasaron por la ciudad para decirnos del brillante negocio que se hacía con dicho canje. Dudo que Cositorto se hubiese animado a tanto. ¡Qué estafa intendente con la que nos quiso empernar!

¿Se rememora de los dirigentes deportivos que salieron a apoyarlo? ¿De los empresarios emprendedores? Es que allí se iban a hacer cuatro torres de 12 pisos, hospitales, prostíbulos virtuales… Cuánto Chamuyo… cuánto.

Por suerte un grupo de “Vecinos Autoconvocados” se atrevió a poner la trucha y subirse al ring. Anuló la iniciativa o millonario en dólares negociado. La bronca se va acumulando y justo la vino a pagar la pobre Centenario… En fin, pregunto ¿cuál es el verdadero Intendente?…

¿¡Y de viviendas cómo andamos!?

Ahh, mientras busco una flor en la Centenario, se acerca un viejo amigo y me muestra en su teléfono, una publicidad –eso que llaman páginas comerciales-, allí se puede observar cómo en Villa María una empresa constructora cordobesa (Algo así como Márquez y Asociados), ofrecen viviendas de ladrillo tradicional, (se las observa tentadoras) a dos (2) millones y medio de pesos por unidad y, sonriendo me tiró al hígado…

“Ta bueno lo de la Plaza, o más o menos bueno, pero pensá, ¿a dos palos y medios cuántas casas se podrían haber hecho con 193 palos?”.

Los excesos y las expectativas exageradas son riesgosas en una sociedad emocionalmente alterada, don Martín… por si quiere seguir el camino de la política –apenas vuelva de Praga- consúltelo con su asesor, que, por lo que dicen, no es nada barato.

Claro, tal vez tenga tiempo de alguna otra obrita como esta para seguir a la matemática del qué me importa, total, usted por un año más gobernando una ciudad absolutamente anestesiada y con parte de una oposición que suena más, que ha conformar una fuerza que no prometa excesos ni …

Eso sí, recuerde que para que el disparo salga, antes, tiene que estar el proyectil en la recámara.

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