La odisea de recuperar una moto robada: de la alegría a la desilusión

El robo de motos es uno de los delitos más frecuentes en Villa María. Estacionadas en la vía pública, en los ingresos a viviendas o edificios, o en el interior de complejos, con candados, seguros o sin trabas, son víctimas de manera diaria de los delincuentes.

Si bien no hay estadísticas oficiales, la mayoría de las motos sustraídas no se recupera. En general, son desarmadas y luego vendidas sus partes como repuestos. O se ofrecen en el mercado negro a un precio mucho menor, con algunas partes faltantes o el número de motor y de chasis alterado. 

Hacer la denuncia policial no siempre es garantía de recuperación. Desde la fuerza, aconsejan que un llamado rápido amplía las posibilidades de encontrarla. Pero, la realidad es que muchos vecinos y vecinas se quedan con las manos vacías.

Las sensaciones de impotencia, bronca y tristeza embargan a las víctimas. Porque, más allá del rodado sustraído, hay historias de esfuerzo, sacrificio y dedicación. No solo se trata de un vehículo de esparcimiento, en gran parte de los casos, es un elemento de trabajo.

El caso de Lucas

Lucas vive en Parque Norte. El viernes pasado por la tarde, cuando estaba por ir a su trabajo en el centro se dio cuenta que le faltaba su moto, una Guerrero Econo 90 que estaba estacionada cerca de la puerta de ingreso a su casa.

La Policía, tras un llamado al 101, llegó a los minutos y le pidieron los datos del rodado. Sus padres difundieron el robo de la moto por las redes sociales, pidiendo información y ayuda. También hicieron la denuncia vía web.

En horas de la noche, Nancy, su mamá, recibió un llamado de una mujer que había visto el aviso en Facebook. Le contó que su hijo había comprado una moto por 7 mil pesos y un celular, que ella se había enterado cuando volvió de trabajar. “Él vio una oportunidad y la compró”, le dijo la mujer.

“Yo no quiero tener ningún problema, vengan a verla, si es de ustedes, llévensela”, pidió la vecina según comentó Nancy a EL REGIONAL.

“La fuimos a ver, les mostramos los papeles, corroboramos los números de motor para que se queden tranquilos que era nuestra moto, y la trajimos”, contó.

Pero, de la alegría inicial pasaron a la desazón. La moto que Lucas mantenía “impecable” y que había puesto a punto con mucho esfuerzo, en nada se parecía a la original.

El asiento, el manillar, los pedales, gran parte de los plásticos, estaban cambiados o directamente se los habían sacado. “Estaba hecha un desastre”, remarcó Nancy.

“Lucas está destrozado, porque fue mucho sacrificio para él comprarla y ponerla en condiciones, como nueva, para que ahora no valga más de 20 mil o 30 mil pesos. Le sacaron todo, todo, todo. Le dejaron el cuadro, el motor y la goma de atrás y el guardabarros de adelante. En horas, hicieron otra moto”, lamentó.

Así quedó la moto de Lucas. «Estaba hecha un desastre», se lamentó la familia.

La familia pudo conocer quiénes eran los presuntos autores del robo. Pero, para no involucrar a quien les hizo el favor de “devolverles” la moto que había comprado, finalmente no ratificó la denuncia policial.

“Nos dijeron que iba a ser mucho lío para nosotros y que posiblemente no recuperaríamos la moto si había algún cambio en el motor y demás. Y que, en caso de haber detenidos, saldrían enseguida y las partes de la moto no las íbamos a recuperar tampoco”, explicó Nancy.

“Este país la ley está hecha para los choros y que una persona damnificada se canse y no haga la denuncia correspondiente”, reclamó.

A su manera, Lucas tuvo “suerte”, a diferencia de lo que ocurre en la mayoría de los casos. Pudo recuperar a medias su moto, gracias la mano solidaria que le tendieron, pero le queda el sabor amargo de haber sido víctima de un robo y de cierta burocracia.

Es una historia entre muchas otras. Pero, que demuestra lo mucho que hay de esfuerzo, sacrificio y trabajo detrás de una moto.

Cuando te roban

Porque cuando te roban una moto no se llevan solo un motor, unos hierros y unos plásticos. Una moto robada no vale solo por su costo material.

Cuando te roban una moto, también se llevan el esfuerzo que significó comprarla y mantenerla. Te arrebatan las ganas de ir a trabajar ese día y el otro. Y también te destrozan, por algunas largas horas, los sueños cotidianos que nos empujan cada día a salir a vivir la vida.

Cuando te roban una moto, no solo te roban una marca y un modelo. También te dejan en estado de impotencia, con la bronca por no haber podido hacer nada por evitarlo y con algunas lágrimas de más.

Cuando te roban una moto, esa moto pasará a engrosar las estadísticas de denuncias policiales, de las cuales se termina sabiendo poco y nada. Solo en algunos casos, se recuperan algunas y eso sí sale en los partes de prensa de la Policía y se publica en los diarios. Pero, de la catarata de denuncias cotidianas por motos robadas, nada.

“Total pasa todos los días”. Y así nos vamos acostumbrando a todo. A lo que está bien y a lo que está pésimo.

Una pena.

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