[Leyendas Urbanas] El loco de la bicicleta de la Fábrica Militar

Escribe: Prof. Luis Luján

(Aportes de Sergio Alejandro Ezcurra)

Nora Oses y María Belén Negrette nos traen una historia increíble sobre un suceso acaecido en la ciudad de Villa María.

La Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos es uno de los íconos más representativos de la ciudad de Villa María. Es como un pequeño poblado dentro de su cerco perimetral. Los puestos de guardia están separados por grandes distancias y se encuentran rodeados de elevados montículos de tierra.

Al entrar lo primero que se observa es un sendero lleno de árboles. Luego, se divisa un sector de casas que antiguamente eran habitadas por militares y sus familias, mientras que hoy las ocupan el personal civil.

Detrás de este sector de casas se encuentra la zona industrial en donde se fabrican distintos explosivos. Parte del recorrido está circundado por unas angostas calles que por las noches son muy oscuras ya que se encuentra con muy poca iluminación.

Corrían los años de la década de 1990. Cierta tarde de invierno, cuando se adentraba la noche, Alejandro, hombre de treinta años de edad, empleado civil de seguridad interna de la Fábrica Militar, hacía su recorrido rutinario, cantando, silbando y pateando piedras.

Su itinerario era dirigirse desde el primer puesto hacia el segundo, pasando por el sector de almacenamiento, con pasos cortos y tranquilos, hasta llegar al tercer y cuarto puesto en donde se encuentra un sector de almacenamiento.

Las sombras de la noche ya habían ganado toda la región. A esas horas ya casi nadie deambulaba en el predio. Sólo se oían los ruidos de algunas aves nocturnas, y muy de vez en cuando, el sonido de la bocina del tren.

Alejandro buscó repararse del viento detrás de un eucalipto de gran porte mientras tenía su atención puesta hacia la zona de ingreso a la fábrica, a una distancia considerada.

Intentó llevarse un chicle a la boca cuando le fue factible observar, a lo lejos, la presencia de un hombre…

Intentó llevarse un chicle a la boca cuando le fue factible observar, a lo lejos, la presencia de un hombre con sobretodo marrón, con la solapa levantada, y una gorra oscura, montado sobre una bicicleta tipo mormona, que se desplazaba por el camino que lo llevaba directamente hacia donde él se hallaba.

A medida que éste se acercaba percibía perfectamente el ruido del móvil sobre el empedrado. Entonces, el vigilante le ordenó a viva voz que se detuviese y se identificase, pero el hombre hizo caso omiso.

Entonces Alejandro trató de detener la marcha del rodado y cuando estuvo a escasos metros advirtió que el sujeto no poseía un rostro visible, y al pasar a su lado una brisa helada paralizó todo su cuerpo. Solamente atinó a seguirlo con su mirada y el extraño visitante se desvaneció entre las luces y las sombras.

Fue tal el susto del vigilante que dejó de hacer el recorrido y emprendió el camino por el sendero de árboles que se movían y crujían por el viento, en dirección a la sala de situaciones a los fines de contarle lo sucedido al jefe de seguridad, y no regresó a cubrir su guardia esa noche.

Al día siguiente, Alejandro comentó a sus compañeros lo que le había sucedido. Ellos se burlaron de él y desde entonces lo llaman de sobrenombre “el loco de la bicicleta”.

A los días de haber ocurrido la aparición del fantasma, y por ese mismo hecho, el Jefe de la Fábrica Militar ordenó que se hiciese una misa en el playón del sector de garaje, junto a la imagen de la Virgen, oficiada por el Capellán del Ejército.

En la actualidad, en las noches de bruma, se puede observar la silueta de un hombre…

Alejandro comenzó a investigar el suceso y, con admiración, recabó algunas informaciones. Le contaron que en 1976 varias personas habían observado la presencia del fantasma en la bicicleta, apariciones que se trasladaron en el tiempo en donde muchos testigos dieron fe de ello. Éstas fueron contempladas puntualmente en la parte trasera de la Fábrica Militar.

Muy a pesar de que el espectro desapareciera por un tiempo prolongado después de esa misa, en la actualidad, en las noches de bruma, se puede observar la silueta de un hombre sobre una bicicleta que pasea por todo el predio.

Son muchas las personas que comentaron ese suceso hasta convertirse en una leyenda urbana, y aunque no siempre coincidan esos relatos, algo de cierto tendrán.

¿Puede haber algo ahí? Sí, puede ser, es un lugar muy antiguo y tiene sus enigmas.

Imágenes ilustrativas

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