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[Opinión] Argentina y el narcotráfico, 46 años después del terror de la dictadura
Escribe: Cristina Pablos
El 24 de abril de 1978 el represor Emilio Massera se encargó de recibir personalmente un buque en el que se cargaban 200 kg de cocaína. Ese día, en el puerto de Rosario, se recibió un cargamento de cocaína de máxima pureza que era presentado en la documentación como si se tratara de azúcar.
El producto venía de Bolivia y fue parte de un acuerdo bilateral entre los dictadores que gobernaban ambos países: Jorge Videla de este lado y Hugo Banzer del lado del Altiplano.
Ese día llegó el barco, pero no se sabe adónde fue. El autor de la investigación, el periodista Carlos del Frade fue el que dio a conocer la fecha inaugural del narcotráfico en Argentina; presume que la mayor parte de la droga fue reportada y una pequeña porción se volcó al tráfico internacional.
Remarcó el periodista que hubo connivencia nacional, provincial y municipal en el caso de Rosario. En Argentina, el narcotráfico no dejó de intensificarse desde 1990 hasta ahora, un delito violento que crece día a día.
La PROCUNAR (Procuraduría de Narcocriminalidad) admitió que Argentina dejó de ser un país de tránsito y consumo para convertirse en fabricante de estupefacientes.
El mapa del narcotráfico en el país incluye, como mínimo, 20 líderes narco que operan desde cárceles con sus clanes familiares. Están incluidos en esta práctica el lavado de dinero, homicidios, secuestros extorsivos, amenazas, tenencia y tráfico de armas de guerra.
Según la PROCUNAR, Formosa se sumó a la red de rutas junto a Salta y Jujuy. El partido de San Martín, en el Gran Buenos Aires, tiene su propio esquema narco; bandas asentadas allí por dos o tres generaciones y que se disputan el territorio.
Rosario, como La Plata y Buenos Aires, ofrece un punto de interacción en el puerto sin control. El narco no soporta competencia ni controles. No son los jóvenes idealistas de los 70; son gente de temer.
Los capos narcos prefieren estar en la cárcel porque se sienten más seguros. La justicia y la policía, muchas veces, son cómplices. Hubo un gobierno K con un ministro como Aníbal Fernández que se vio involucrado en el “caso de la efedrina y el triple crimen”.
En Rosario los narcos mueven 100 millones de dólares anuales. El servicio penitenciario, laxo durante el gobierno de Alberto Fernández, es la inteligencia desde donde operan los narcos.
El trabajo de jueces y fiscales también está cuestionado. En la provincia de Buenos Aires el gobernador Kicillof aconsejaba a los jóvenes cuáles drogas eran más inofensivas y no descartaban el narcomenudeo como una salida laboral. (¡!)
La Argentina entera tiene un gran desafío en la lucha contra el narcotráfico que ya se ha extendido a Córdoba y Entre Ríos.
Esperemos que este gobierno tome las cosas en serio como prometió. Se deben hacer muchas cosas todo el tiempo y al mismo tiempo.